El jardín de Brin, como mundo virtual, es uno de los elementos centrales de mis novelas «11,4 sueños luz» y «Lágrimas negras de Brin» y tengo un artículo específico que habla de cómo funciona el mundo de Brin. Pero hoy quiero hablar de algo que hace muy especial a Brin: los seres particulares que lo habitan.
Ellos, los habitantes de Brin, son el ingrediente especial para que el Jardín de Brin sea el mundo virtual más exitoso del siglo XXIII. Estos seres son muy inteligentes y tienen una existencia limitada; sufren y son delicados, pueden enfermar y morir, así que no les queda más remedio que aprender, establecer amistades y desarrollar habilidades. También son proclives a caer en emociones humanas como la ira, la envidia o el amor que terminan por buscarles problemas.
Dentro de Brin se han celebrado bodas entre estos seres y los jugadores humanos con los que interactúan, pero también se han celebrado entre ellos mismos. Existen hijos de Brin con experiencia y poder suficientes para rivalizar con los jugadores humanos.
Su inteligencia, como la de los jugadores humanos, depende de su propia naturaleza y de cómo la han potenciado en el transcurso de sus vidas. No olvidemos que un año de vida en Brin para uno de estos seres, es aproximadamente unos veinticinco años, aunque depende de la intensidad de su desarrollo: no es lo mismo vivir dos años como esclavo que como escolta o consejero de un rey. No digamos ya de las prostitutas bien consideradas, que se pasan el día conociendo jugadores humanos -y no humanos- en Brin.
En Brin todo es posible: algunos jugadores humanos eligen pasar su tiempo libre ejerciendo la prostitución para ganar dinero en la cama con otros jugadores, o por qué no, con hijos de Brin. Algunos jugadores humanos también son apresados como esclavos, y deciden no reclamar su avatar al no poder pagarlo, así que sufren en sus carnes las humillaciones, torturas y vejaciones de sus captores, sean humanos o hijos de Brin. Este el secreto de Brin: libertad total, implique lo que implique.
En muchos casos el destino de estos seres suele ser efímero. La gran mayoría de ellos no suele llegar a una edad avanzada. Muchos viven y mueren como esclavos, sirvientes o como soldados forzosos. En la mayoría de los casos son parte del divertimento cruel de otros jugadores, ya que muchos humanos los consideran una parte más del escenario de juego. En algunos casos es así, pero algunos de ellos desarrollan habilidades artísticas e intelectuales.
Hijos mestizos de Brin
Los hijos de Brin pueden concebir hijos mixtos, de otros seres como ellos o de jugadores humanos. Un pequeño número de usuarios de Brin considera que estos seres, deberían tener los mismos derechos morales que un ser humano dentro de Brin. Pero, como en Brin no hay normas, son los grupos de jugadores los que imponen sus leyes por la fuerza. Lo cierto es que en Brin, es más fácil comprar un esclavo sexual que un filósofo.
Los hijos de Brin, como se les conoce a veces, suelen hacinarse en orfanatos. Se desconoce por qué hay tantos niños abandonados en Brin, pero es un hecho que la gran mayoría de ellos son comprados como sirvientes o esclavos por jugadores humanos.
Crecen rápido y son una buena inversión para cualquier jugador, su limitación principal es que su aspecto, al contrario que los avatares de los jugadores humanos, no puede ser alterado fácilmente. La magia de transformación es cara y compleja, sin embargo, el mercado de esclavos es muy común en Brin así que es fácil intercambiarlos por otros cuando el dueño humano se aburre de su aspecto.
El sexo con los hijos de Brin
Aunque pudiera sorprender, esta no es una de las funciones principales de los hijos de Brin. La mayoría de ellos actúan movidos por la obligación o por el temor, así que no es algo que sus dueños valoren demasiado. Brin no deja de ser un universo, donde el mayor aliciente es la interacción entre seres humanos: cada jugador puede alterar su forma física, incluyendo su sexo y su aspecto. Con esta situación, tener sexo con un individuo de aspecto vulgar y que teme a su dueño no es especialmente motivador, aunque que esto no quita que una gran proporción de jugadores humanos utilice sexualmente a sus sirvientes de forma periódica.
Esto da lugar a todo tipo de situaciones, donde los cónyuges aburridos utilizan Brin para intercambiar sus roles y descubrir la sexualidad de su pareja desde dentro. También es una forma abierta y cómoda de vivir experiencias que en el mundo real no pueden tener, como prácticas sexuales que no llevarían en el mundo real, orgías, intercambios de pareja o modificaciones corporales severas. En el mundo real, muchos no se atreven -o no pueden pagar- cambios drásticos sobre su cuerpo. En Brin es fácil hacerlo para probar y ver que se siente. Gracias al neurolink -lo que permite al ordenador interactuar con el cerebro directamente- la diferencia de lo que un jugador siente en el juego y lo que siente en la realidad es casi inapreciable, al menos a nivel físico.
La barrera de lo ilegal no existe en Brin, así que es habitual encontrar grandes negocios de tráfico de esclavos que se dedican a “cultivar” hombres y mujeres para fines recreativos, como cacerías humanas, torturas o pillaje.
También existen mercados similares orientados a los niños, aunque tienen muy mala fama y la mayoría de jugadores prefiere evitar verse relacionado con ellos. De hecho, existen grupos de jugadores que se organizan para dar caza a estos individuos, capturar a los clientes y liberar a los niños.
A falta de un poder que lo limite dentro de Brin, surgen personajes que detectan la necesidad y la ponen a disposición de aquellos que lo demandan. Es un mercado libre, tal como y como se empeña en anunciar Moho, la meta-corporación dueña de Brin: «Sean cuales sean tus sueños, en Brin puedes llevarlos a cabo«.
Experiencias de vida
Numerosas pequeñas corporaciones se han especializado en experiencias de vida completas para Brin como la maternidad. Incluyen los implantes y la medicalización necesarios para el proceso, adaptándola a las posibilidades de sus clientes, así pueden experimentar un embarazo completo a tiempo real -9 meses- internadas en residencias de juego, para que puedan experimentarlo de forma intensiva. La mayoría de clientes, no obstante, escogen experiencias más cortas, de semanas o un par de meses. Por supuesto, el mismo paquete se ofrece tanto a hombres como mujeres, con implantes hormonales adaptados a cada individuo.
Las mismas empresas ofrecen paquetes de experiencias de cambios de sexo, que incluyen experiencias de juventud, primeras experiencias vitales y referentes paternales adaptados a la elección de su personaje. Relacionado con esto, cabe destacar la creación de una nueva tecnología virtual que ofrece revisiones del pasado en entornos virtuales individuales -que les ayuda a revivir y cambiar una historia concreta de su pasado-, pero esto en Brin no es posible, ya que es un entorno persistente multi-jugador en tiempo real.
Maternidad en Brin
En el siglo XXIII la maternidad es una mezcla en lujo, excentricidad o maldición, según de que clase social seas. Las élites se perpetúan a través de sus hijos, pero son un caso especial. La mayoría de los ciudadanos no pueden permitirse tener hijos, no solo por el coste, si no por la falta de tiempo, afortunadamente para un mundo superpoblado y de recursos esquilmados.
Mantener una relación emocional a largo plazo, es sorprendentemente algo que todavía perdura en el siglo XXIII, aunque minoritario y circunscrito a la cuenca mediterránea. La mayoría de los hijos de ciudadanos han pasado por varias combinaciones de diferentes padres y no tienen buen recuerdo de sus infancias.
Los mugrosos encuentran la crianza de un hijo algo molesto y lo evitan, aunque su natalidad es más del triple que la de los ciudadanos, a pesar de los esfuerzos de las meta-corporaciones por limitar la fertilidad de la población.
Pero la naturaleza sigue ahí y muchas mujeres con recursos optan por la realidad virtual como forma de paliar su necesidad de ser madres. Brin ofrece, junto con algunas corporaciones médicas especializadas, un paquete que permite que la mujer experimente las mismas sensaciones biológicas producto del proceso de embarazo, mediante un implante que segrega los niveles adecuados de hormonas para que la mujer sienta en su cuerpo el proceso completo.
En Brin, su avatar experimentará físicamente el proceso del embarazo hasta llegar al parto, donde su cerebro experimentará la misma sensación que la de un parto real. El implante después del parto, producirá las mismas hormonas que una madre natural produce. A lo largo del proceso de crianza de su hijo experimentará un crecimiento en sus pechos, que en el mundo real incluso darán leche si la madre así lo quiere, generando un vínculo emocional y biológico con su hijo, en Brin, donde su retoño podrá crecer gracias a la leche de su madre.
Las familias de Brin
La libertad tiene un precio, y el que dispone de propiedades, siervos, parejas o hijos propios en Brin, quiere mantenerlos a salvo. Para ello tiene muchas opciones, como contratar mercenarios, esconder su residencia con magia o aliarse con vecinos, en una ciudad con ciertas leyes que protejan a sus ciudadanos, que para eso pagan impuestos.
Como en otras civilizaciones, muchos jugadores en Brin han descubierto que el matrimonio es una herramienta excelente para establecer relaciones duraderas. De esta forma, muchos jugadores se casan entre ellos. A veces dichos matrimonios adquieren conceptos más amplios, como una sociedad libre, donde todos disponen de los recursos comunes, cuidan a sus hijos en común y no existe un concepto de la propiedad, ni en lo material, ni en lo humano.
Este tipo de sociedades comunales no suelen tener estabilidad en el tiempo, pero los matrimonios sí, sobre todo cuando se dan entre dos personas, aunque los de tres y cuatro individuos tienen una tasa de éxito casi similar. Entre ellos, existen contratos que garantizan una duración determinada, y ciertas normas básicas sobre convivencia, de forma que uno puede dejar tranquilo a su hijo, sabiendo que sus parejas lo cuidarán como si fuera suyo, arriesgando su vida si es preciso.
Hay un par de reportajes de holovid que hablan de parejas que surgieron en Brin y que llegaron a la vida real, pero curiosamente MoHo ha intentado siempre evitar relacionar Brin con el asunto de la pareja en el mundo real, creemos que es para no quitar cuota de mercado a su mundo virtual especializado en la búsqueda de la media naranja: «Orange juice«.
Los primeros hijos de brin
Hablábamos en el primer artículo sobre Brin: «Cómo funciona Brin» sobre el proceso inicial que permitió a Brin crecer exponencialmente. Aunque el primer grupo humano que llegó a Brin fueron todos los enfermos terminales o con movilidad reducida, el grupo que fue más relevante para el éxito de Brin fue el proceso que permitió convencer a muchos gobiernos para subvencionar el acceso al juego a sus ciudadanos. Esta iniciativa para prevenir el crimen y ahorrar gastos médicos, suicidios, transporte y control de población, tuvo una experiencia piloto -financiada por MoHo- por el cual se ofreció acceso preferente y gratuito a un número no determinado de pacientes de diferentes patologías mentales no graves. Desde depresión, problemas de asertividad, agresividad, maniaco-depresivos leves, neuróticos, etc.
La experiencia fue buena, y se amplió a grupos con problemas más graves: drogas, sexo y otras dependencias. El resultado fue particularmente curioso, ya que aunque dentro del terreno de juego daban rienda suelta a sus impulsos, de vuelta al mundo real, eran capaces de ejercer más autocontrol.
De nuevo los hijos de Brin fueron los que sufrieron los experimentos, cuando invitaron a uno de los mayores penales de Suecia a dejar «libres» en Brin a sus presos violentos más peligrosos, confirmando los estudios que ya pretendían demostrar que la válvula de escape que suponía Brin para cada individuo, podría ayudarle en el mundo real a mantener el autocontrol, fuera cual fuera el problema que experimentara. Esto fue así ya que Brin es muy extenso, y la proporción de violadores sueltos en Brin resultó pequeña en sus inicios, afectando casi en su totalidad a la población nativa, es decir, los hijos de Brin.
Moho fue inteligente, e incluso ideó un proyectos piloto basado en esta experiencia para la evaluación psiquiátrica de sujetos peligrosos en entornos controlados, aunque esto queda muy fuera del alcance de este artículo que pretendía hablar solo de Brin.
¿Quieres saber más de Brin?
Te remito a otro artículo que escribí sobre «El jardín de Brin«, pero si de verdad estás interesado en vivirlo ¿qué mejor que sumergirte en las páginas de mis novelas «11,4 sueños luz» o la más reciente «Lágrimas negras de Brin» para entender mejor lo que significa mejor vivir otra vida?
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