Yo tenía entonces quince añitos, y ya había experimentado antes con AD&D, ESDLA, Starwars, La llamada de Cthulhu, y estaba todavía por probar aún RuneQuest (y el mítico Traveller!). Pero aquel juego extraño, y esa portada rompedora me marcó: Cyberpunk 2020. Recuerdo perfectamente lo animal que me pareció la primera vez, muy diferente de cualquier otro, incluso de Starwars, que se suponía que era más futurista y juguetón. Pero a tenebroso, no le ganaba nadie: tecnología, implantes, drogas, armas, hackers, japos, putas y muchos, muchos cadáveres. Así, sin anestesia.
Hablamos de juegos de rol, de los de verdad, sin cartas, sin figuritas, sin una pantalla de ordenador. Sin mierdas. Solos tú, el master y tus compañeros con vuestra imaginación, una hoja de papel y unos dados. Los mejores momentos de mi adolescencia estuvieron ligados a esos mismos ingredientes, aunque fuera con otros formatos.
Cyberpunk 2020 es un juego de rol creado por el estadounidense Mike Pondsmith y publicado por primera vez por la editorial R. Talsorian Games en 1988. Sí, apenas cuatro años después que Neuromante, y ya recoge con una fidelidad asombrosa el mundo del sprawl de Gibson, aunque con un toque de humor negro que a mi nunca me gustó demasiado. Lo cierto es que el manual de juego era literalmente eso, un manual completo para construir mil universos alrededor de eso que llamaba Cyberpunk, y que yo, con quince años, no podía ni imaginar. Hay que recordar que en aquella época casi nadie sabía lo que era Internet y mucho menos, acceder a ella, como ocurre hoy. En esa época nos intercambiábamos mensajes a través de modems, via BBS, porque Internet no había llegado prácticamente a España, pero eso es otra historia que me guardo para otro momento. El caso, es que mi primer contacto con el ciberpunk, no fue con Neuromante, ni tampoco con Blade Runner -la ví después-, no, mi primer contacto con el Ciberpunk fue jugando al rol. Bueno, estrictamente hablando puede que fuera jugando al syndicate, pero la cronología exacta no es nada literaria.
En aquella infausta época de instituto, la mayoría de mis compañeros roleros no merecían ese nombre. Su único propósito era asesinar, robar, mutilar y ganar puntos de experiencia, y daba igual el orden. Tuve mala suerte en general con mis amigotes, especialmente con el Cyberpunk 2020. Nunca entendieron la sutileza y el frágil equilibrio que reinaba en aquel universo y se dejaban deslumbrar por los neones, las drogas, y sobre todo, las armas (lo de las putas aún nos quedaba grande). En ese ambiente tan tóxico, no tenía más remedio que ser mercenario -que tampoco me disgustaba- cuando lo que a mi siempre me ha gustado es ser un mentiroso manipulador, llámalo ladrón, trilero o en el caso del Cyberpunk 2020, arreglador: amo del crimen, traficantes y contrabandista que puede entregar cualquier cosa a cambio de unos créditos. Me describe a la perfección. Ya os dije en otro post que adoraba Conan, pues bien a diferencia de lo que piensa mucha gente, Conan no era un guerrero o un mercenario, Conan era por encima de todo, un ladrón. Jugar a AD&D con un ladrón rodeado de guerreros caníbales caótico/malvado siempre terminaba con mi ladrón Legal/neutral destripado en una esquina. No me puedo quejar, peor lo llevaban los magos.
Cyberpunk 2020 siempre fue el juego de rol donde más cómodo me moví, porque su trasfondo me parecía tan infinitamente grande y tentador que las ideas y las historias, surgían solas. Aunque no pude jugar mucho, ya que mis compañeros de juego sólo veían planes de atraco a mano armada. Yo siempre soñé con jugar hacia arriba. Trepar por las torres de las corpos y adueñarme de una. ¿Por qué no?, yo mismo construía historias, sin dados, sin master, sin compañeros. Y cuando me quise dar cuenta, no estaba jugando al rol, estaba escribiendo historias. Pero estoy adelantándome a lo que quería contar…
Pero… ¿por qué Cyberpunk 2020 y no RuneQuest, mi otro juego de rol favorito?, ¿por qué elegir cuando puedes tenerlo todo?, no, y no hablo de shadowrun, otro juego de rol ciberpunk mítico -al que no jugué-, no hablo de mezclar mis dos juegos de rol favoritos de todos los tiempos. Ciberpunk, y épica mágica. Opss… lo he vuelto a hacer, estoy hablando de cosas que no debería contar ahora, así que volveré para contaros la mejor partida de rol que he jugado en toda mi vida y que de hecho, supuso un antes y un después.
Desconozco el nombre del master, era un tipo raro, como todos los que estábamos en casa de M. M era un chaval de mi edad, quince o dieciséis, no iba al instituto y se pasaba el día entero en casa o deambulando por el barrio con su hermano J.. Vivían en el centro de Madrid, y yo, un chico de la periferia estaba fascinado por aquel grado de libertad extremo. Sus padres, divorciados, bastante tenían con sobrevivir a sí mismos como para hacer un seguimiento apropiado de sus hijos, así que rodeados de gatos y cucarachas entre los platos sin fregar, experimentábamos lo mejor de una comuna, pero sin las drogas, el sexo o los remordimientos. Había chicas, pero eran tanto o más raras que nosotros. Afortunadamente el sexo nunca estropeó aquella atmósfera. Bendita juventud.
Como os podéis imaginar aquella comuna atraía todo tipo de personajes. Todos teníamos en común algo: nuestras ganas de experimentar y crear en un lugar sin reglas. Por esa casa pasaron personas que hoy día trabajan en grandes puestos de las principales empresas de entretenimiento del mundo. Jugábamos al rol, jugábamos al ordenador, compartíamos literatura, veíamos mucho cine y sobre todo, nos dimos cuenta de que no estábamos solos. Los raros formamos una pequeña tribu, y no necesitábamos drogarnos ni aturdirnos con música a tope (aunque eso, indefectiblemente vino después). Allí descubrí Akira, Ghost in the shell y otros animes.
Volvamos al master, vamos a llamarle P., que debía ser un amigo de J. No sé que habrá sido de él, posiblemente habrá terminado como director de cine o de teatro, como poco. Con él como master jugué la partida de rol que cambió mi vida. Una partida de rol donde por no haber no había ni reglas: tan solo una hoja de papel garabateada y un único dado de veinte caras. Éramos vampiros, pero también mucho más, queríamos dominar el mundo, pero no por la fuerza, sino seduciéndolo. Con él y otro compañero, exploramos nuestro interior, creando situaciones en nuestra fértil imaginación que nadie había escrito. Allí me dí cuenta de que no necesitaba ni reglas, ni épica alguna, tan sólo dejarme llevar por mi imaginación. Fui mi última partida de rol, después de eso, no necesitaba master, tan solo lápiz y papel. Allí empecé mi carrera como escritor.
En aquella escuela de magia, aprendí a desarrollar mi imaginación, aprendí a soñar ciberpunk. Entre cucarachas y gatos. Gracias M.
Iván
Muy buena experiencia, desde mi punto de vista.
¿Crees que sería útil leer las distintas guías del juego para alguien que está empezando a escribir cyberpunk?
Un saludo,
Iván.
Avedon
Más que las guías, leer a los clásicos de los 80.
Leatus
Genial relato. Te lo dice un jugador de Pananoia, un juego que también cambió mi vida dándome a conocer un mundo que desconocía (el de la ciencia ficción) y que ahora no sé que haría sin él. Aunque dejé hace mucho tiempo de jugar al rol siento nostalgia y de vez en cuando hecho de menos una partidita con los colegas…
Carlos Pérez Casas
Otro más que me añado a mi búsqueda de inspiración.
Avedon
Tienes tela para rato ;)
cherokke
Es Alita Ángel de Combate. XD
Como siempre casi mas que un artículo interesante un maravilloso relato.
Avedon
Gracias Johnny ;)
Gabriel Baar
Creo que todos los jugadores de rol (del verdadero rol), hemos tenido compañeros de partida que apenas se dedicaban a buscar nuevas víctimas a las que atravesar con su espada o acribillar a balazos.
Hiciste bien en no volver a jugar. La partida perfecta es algo casi único. ¿Quién sabe donde andarías ahora si hubieras jugado una vez más?
Un saludo, de un jugador de Paranoia y Dragonlance.
Avedon
También jugué al paranoia por cierto :)
Gracias por pasarte y comentar.