Por qué me considero un escritor ciberpunk

El ciberpunk es un subgénero de la ciencia ficción que se conoce mucho más por el cine que por la literatura que le dio vida. Ya he escrito mucho sobre su historia, evolución y referencias en mi blog, asi que no me pondré didáctico, si no personal, voy a hablar de por qué me identifico como un escritor ciberpunk.

¿Que fibra sensible me toca el ciberpunk?

Lo más importante del género Ciberpunk no es la tecnología, ni los grandes misterios, ni tan siquiera los dilemas éticos que representa una nueva sociedad, lo más relevante es la soledad de sus personajes. Me identifico mucho con ellos y con su manera de ver el mundo. De esa forma de mirar, surge una forma de narrar y suceden las historias una tras otra, con ambiente similar. Da igual que hablemos de Morgan, Gibson, Akira o Blade Runner. Hablamos del mismo tipo de personaje.

No es únicamente la personalidad del protagonista, que también puedes encontrar en mayor o menor medida en obras de otros autores que no son ciencia ficción, pero en la ciencia ficción ciberpunk es un plus, porque en el ciberpunk la tecnología sirve para acrecentar esa sensación de soledad, de desapego, de fatalismo tecnológico. Lo que enamora y me disuelve es la combinación del lirismo nihilista de Gibson:

«El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto.»

La ciencia ficción siempre me gustó, pero el ciberpunk conecta conmigo. El verbo no podría ser más apropiado. Las dos escenas de un libro que han conseguido ponerme lo pelos de punta se pueden encontrar en «VALIS (Philip K. Dick)» y «Neuromante (Gibson)», dos de mis autores favoritos. En una de ellas rindo merecido tributo al final de la primera parte de mi segunda novela, «Lágrimas negras en Brin», todavía en desarrollo.

¿EN Que época me toco vivirlo?

Corría el año 91, yo tenía 15 años y albergaba una BBS en mi pequeño cuarto de cuatro metros cuadrados, una BBS conectada Fidonet, precursora de Internet, con dos líneas dedicadas y un par de cientos de usuarios fieles conectándose a través de dos módems de 14400 baudios. Me escaqueaba de ir al instituto y me quedaba en casa de un amigo al que la ruptura de sus padres le había dejado una dosis extrema de libertad. Entre cucarachas y gatos, pasábamos las noches jugando al ordenador, devorando manga en VHS y masturbando nuestras mentes en partidas interminables de rol.

De vuelta en el instituto, me enfrentaba a mis demonios jugando a Dungeons & Dragons, Starwars y Cyberpunk 2020. Siempre odié el ESDLA, Rolemaster y el Traveller, juegos para ingenieros, no para soñadores. Han Solo era divertido y Frodo un canijo coñazo. En la biblioteca, encerrado por mi propia seguridad, ya empezaba a escribir, sobre tipos con espadas que huían de sí mismos. Por la noche, me conectaba a la red y todo empezaba a tener sentido, vida propia. En aquella época no sabía lo que hacía, pero seguía recetas de otros, con tarjetas de crédito falsas, para conectarme a algo llamado Internet a través de una pasarela de Compuserve. Todo en inglés, muy raro, usando una línea de pruebas de teléfonica que empalmaba en el cajetín de telefónica de mi edificio, por las noches, con alevosía, nocturnidad y poco sueño, todo para no pagar un duro. No podía ser más ciberpunk todo aquello.

Y todavía me preguntan algunos por qué escribo con pseudónimo, desde muy joven aprendí la importancia de ser un desconocido para los demás.

¿Que tipo de ciberpunk escribo?

He de confesar que hasta hace pocos años no sabía bien lo que era eso de ciberpunk, además de un juego de rol un poco pasado de vueltas. Siempre fui fan de Blade Runner, pero más por Dick que por la película, que me parecía visualmente buena y con unos malos con mucho carácter para no ser humanos. Llegué a Gibson después de varios rebotes, ya entrenado, por que de adolescente resultó inleíble para mí.

Han dicho de mi ópera prima «11,4 sueños luz» que no es ciberpunk, que tiene mucha mezcla de estilos. Como si el ciberpunk no fuera el perro callejero de la ciencia ficción, hijo de mil padres, sucio, rastrero y listo. Inmune a la enfermedad y a la edad, siempre listo para morder y huir. Así es «11,4 sueños luz», una mezcla de distopía, una historia de amor, y un ensayo sobre la soledad que nos espera a todos, vengamos de donde vengamos. Una historia sobre los sueños y también las pesadillas de una sociedad dominada por las grandes corporaciones.

Si algo tienen en común las diez obras Ciberpunk más conocidas, es que no se parecen una mierda unas a otras. Son inclasificables si nos atenemos a su estilo, trama, ambientación o ideario. Así que sí, mi obra también es quizás, algo inclasificable. Sí, lo confieso introduzco fantasía épica medieval en un mundo hiper-tecnológico. También meto erotismo y realidad virtual. Y no pienso parar de hacer mezclas, en lo que estoy escribiendo ahora, los dragones tienen mucha importancia. Sí, dragones ciberpunk y sexo inter-especies.

Sexo ciberpunk

Siempre he escrito sobre sexo, de hecho empecé escribiendo historias guarras y los cómics que más me gustaban eran, con mucho, Víbora y Cimoc, mucho más mundanos que los de yankis de Marvel. Con el tiempo lo he integrado mejor en mis escritos, pero siempre me ha parecido que aquellos personajes que no tienen una dimensión sexual son personajes atrofiados, incompletos.

Muero por dentro
Muero por dentro, uno de mis favoritos.

No significa que mis escritos sean pornográficos o soeces -todo lo contrario- pero mirar para otro lado no es mi estilo. Es curioso como muchos de los grandes autores de la ciencia ficción de los 70 como Silverberg y Heimlein incluían el sexo como parte de sus personajes, o directamente, como parte esencial de sus tramas y cincuenta años más tarde, nos hemos vuelto mojigatos y cerrados de mente, a pesar de que el porno venga casi de serie en las etiquetas de los yogures o en series de culto como Juego de tronos, o Westworld que personalmente, no soporto.

SOY UN HUMANO DIGITAL

Sé programar en aproximadamente unos quince lenguajes de programación y he escrito informes de auditoría forense, tras intrusiones de hackers del este en servidores Unix de algunas de las empresas del Ibex mas importantes del país. He dado cursos de seguridad informática para agencias de inteligencia, he firmado acuerdos NDA con empresas de armas, bancos y agencias de seguridad extranjeras. Me he emborrachado y hablado del día del final del mundo con aquellos que saben como será, Me he prestado voluntario para pulsar el botón rojo, si ellos me llaman, aunque creo que perdieron mi número.

Y sin embargo no hablo de nada de esto en mis novelas.

Porque soy un escritor ciberpunk, y eso significa que no hablo de tecnología. Respiro tecnología, vivo en ella. Mis personajes ni siquiera son conscientes de todo eso, sólo es un puente que nos lleva de una orilla, la realidad, a otra orilla, la ficción, y lo importante es el trayecto, no el puente.

Todo esto que te cuento y mucho más lo encontrarás en mi primera novela «11,4 sueños luz» y próximamente en «Lágrimas negras en Brin«. También encontrarás retazos, mas personajes y cercanos, en mi libro de historias cortas, «Histerias ficticias«.

 

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Comments

  • 7 años agoReply

    Yo de verdad estoy leyendo el blog desde el alfa hasta el omega, y ahora entiendo que lo motiva y motoriza: una tenacidad inquebrantable, fruto de largos años de experiencia. Mi escape del mundo real lo hallo por acá, así sea unos cuantos minutos entre conexión y conexión a los ordenadores de mis clientes y sueño que hay algo de ciberpunk en eso, un tris si quiera. Que son grandes corproaciones y que soy un mercenario cibernético, que humanos intentan evadir las reglas que me han ordenado imponer allá fuera donde brilla fuerte el sol y al cual rehuyo en ambientes climatizados, no para mí (yo no valgo lo suficiente), sino para las máquinas cuyos discos duros crujen al látigo de las bases de datos, con solo presionar una de mis teclas de mi tablero retroiluminado.
    Se vale soñar .

    • 7 años agoReply

      Vale soñar. Vale soñar. Es lo más importante que no nos deben arrebatar…

  • Ingo

    7 años agoReply

    Buena! Pero a que volver a los diskets mola tengo un pc antiguo con disketera y un montón de diskets púrpura ciberpunk ochententero! Jajajaj por cierto me estoy siendo el blog de principio a fin!
    Ya te sigo en wattpad también!

  • Ingo

    7 años agoReply

    «Han dicho de mi ópera prima “11,4 sueños luz” que no es ciberpunk, que tiene mucha mezcla de estilos. Como si el ciberpunk no fuera el perro callejero de la ciencia ficción, hijo de mil padres, sucio, rastrero y listo. Inmune a la enfermedad y a la edad, siempre listo para morder y huir.»

    Genial! Me guardo este declaración tuya para la futura reseña que haré de tu libro. Gran artículo, creo que para que mi obra sea aún mas ciberpunk usare de nuevo los diskets para guardar conforme voy trabajando. ;)

    • 7 años agoReply

      No hay nada mas ciberpunk que escribir en una herramienta basada en la nube, rollo googledocs o dropbox ;) asi no se te pierde!

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