Pre-Ciberpunk, post-ciberpunk: al filo de la distopía.

Soy un lector de distopías. En el sentido más amplio de la palabra, tan amplia que soy capaz de encontrar una distopía en lecturas que a otras personas ni se les pasaría por la cabeza que fuera una distopía. Para mí una distopía puede ser muy sutil o muy aparatosa. Lo que más me atrajo del ciberpunk original no fueron las luces de neón, las motos, las drogas o los implantes. No, tampoco fueron las IAs. La tecnología es la excusa para que el pavo real muestre sus plumas. La distopía que me seduce del ciberpunk es la distopía económica: un mundo donde las reglas que conocemos se aplican de manera diferente, o no existen y han sido reemplazadas por otras. Ese cambio de paradigma afecta, como las ondas de un terremoto, a toda la sociedad, y en concreto a los personajes de la historia que se relata y a cómo se relacionan. Me fascinan las relaciones de poder y la adaptabilidad del ser humano. Las Inteligencias Artificiales en el imaginario ciberpunk suelen ser una parte especialmente importante, pero la mayoría de las veces, si no siempre, estas IA trabajan para alguien o con un propósito comercial. Sí, un alguien sin nombre, al que solemos llamar megacorporación, sin rostro ni alma que decide el destino del mundo. No he encontrado demasiados referentes explícitos al germen de un mundo ciberpunk, lo que podríamos llamar pre-ciberpunk.

Por mi conocimiento del mundo de la tecnología y las empresas sé que vamos en esa dirección a marchas forzadas, pero más allá de explorar lo conocido, con sus implantes, prostitutas sintéticas y realidad virtual, yo me pregunto ¿cómo se formará la primera megacorporación?, ¿cúando?, ¿quiénes lo harán posible? Creo que tengo algunas respuestas y que no se ha escrito mucho acerca de ese tema, pero no solo para esa interesante cuestión, si no para una cuestión aún más allá: ¿qué hay después del ciberpunk?

Mis nuevos proyectos literarios: pre-ciberpunk y post-ciberpunk

Sé que algunos lectores de mis novelas “11,4 sueños luz” y “Lágrimas negras de Brin” esperan el final del ciclo con una tercera novela que cierre el destino de sus personajes. La buena noticia es que esa novela, de más de  trescientas páginas ya está escrita. La terminé allá por el año 2012, antes de escribir las novelas que la han precedido. Sé que es un poco raro, pero las cosas suceden así cuando escribes escuchando lo que te cuentan tus personajes. Tienes planes, pero hay que adaptarse a lo que sucede en tu cabeza. Ahora sólo tengo que reescribir aquella historia y arreglarla un poco, por que desde que la escribí hasta ahora he cambiado mucho como escritor. El destino de Ariel, Valerie y los miles de pasajeros de la Veluss MT2210 ya están sellados en la novela que se titulará “Hijos de Brin“, aunque como siempre, el título puede cambiar antes de que vea la luz.

La mala noticia viene ahora: antes de ponerme con Hijos de Brin, quiero terminar otra novela. Es más bien corta para lo que suelo escribir. No llega a 250 páginas y no tiene nada que ver con Brin o ese mundo. Será una novela pre-ciberpunk que perfectamente podría transcurrir mañana mismo. No hay tecnología, naves espaciales, implantes, ni siquiera una Inteligencia Artificial al uso. No existe aún nada de eso, pero sí que contiene algo presente en cualquier texto escrito por mi pluma: personajes con secretos. Mi protagonista, Mikel, es parte de la primera empresa privada del mundo con poder suficiente para defender su propio territorio, con sus propias leyes y por supuesto, sus propios ciudadanos, dedicados a defender un ideal. El ideal de una corporación por encima del orden mundial de naciones. La primera metacorporación de la historia, el germen del ciberpunk.

Esta novela, que por su temática no se podría considerar ni siquiera de ciencia ficción al uso, todavía no tiene título, aunque internamente la llamo “El reino”, Espero que vea la luz a finales de 2019 o principios de 2020. Mi mundo literario va muy lento. Aunque ya está casi terminada de escribir, el proceso de revisión, corrección y publicación llevará lo suyo. Por eso y mi complicado ciclo de escritura (solo escribo durante cuatro meses al año), tengo que planificar a años vista.

Sí, planifico con mucho tiempo lo que voy a escribir, porque es la única manera de poder sacar algo coherente, tengo como tres o cuatro cadáveres en forma de novela que nunca verán la luz, y una docena de relatos cortos zombis e inconclusos, algunos son tan solo un esbozo escrito que me parece una gran idea, pero que me es imposible concretar. Es complicado terminar proyectos cuando hay otras prioridades más demandantes en la vida. Eso no impide que ya tenga pensada la que será mi siguiente novela, aunque para esa ni siquiera tengo título. Será una novela post-ciberpunk, una novela post-apocalíptica que narre los estertores de una sociedad ciberpunk extinta, agotada. Una distopía sobre el “ganador” de la batalla de las corporaciones, y un relato más parecido a “La carretera” que a Blade Runner, pero sí, con tecnología, y por supuesto… personajes con secretos. Será una distopía y a la vez una utopía, ya está bien de ver el lado malo de las cosas. Mostraré una alternativa al caos, una sociedad postciberpunk que vuelva a traer un rayo de luz a la humanidad después de tanto hedonismo y trasiego comercial de almas.

También tengo planes aún más distantes para cuando termine ese proyecto, pero ya estamos hablando de ¿tres años?, ¿cuatro años?, eso si que me parece ciencia ficción, pero Brin lo merece, algún día, si tengo la oportunidad y el tiempo, escribiré una saga completa de Brin, exclusivamente de fantasía mágica y espada, a la vieja usanza.

Tanto que escribir y tan poco tiempo…

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Comments

  • 5 años agoReply

    ¡El señor Avedon es infatigable! Por Twitter @ks7000 os dejé un vídeo que habla por sí solo acerca de las megacorporaciones, ¡saludos!

  • Álvaro

    5 años agoReply

    No sé cómo te las arreglas para trabajar tanto y aún así tener tiempo de escribir. A lo mejor no es casualidad que te mole tanto el cyberpunk. A lo mejor tú también eres un androide, eso explicaría que fueras tan infatigable.

    Trabajas, escribes y ejerces de niñero. No sé cómo te las arreglas, macho.
    A lo mejor tu también eres un androide, Avedon. Tu condición robótica explica que seas tan incansable. Cuando se te agota la batería, te basta con enchufarte diez minutos a la toma de corriente.
    Es broma.

    Te deseo suerte en tus próximos proyectos.

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