Este cuento, de 1996 es de los pocos que sobrevivieron de mi época juvenil. Este relato está incluido en mi colección de cuentos “Histerias ficticias”, en su versión corregida, ampliada y revisada, aquí esta la versión original que escribí en el blog hace un tiempo.
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No sabía porqué lo hacia, solo que necesitaba hacerlo. Hablar con un amigo no era suficiente, siempre me daba la impresión de escuchar lo que quería escuchar, y decir parte de lo que el otro esperaba oír, y no oía nada más que mis problemas de mis propios labios, que sonaban extraños. Después de todo, una idea tan estúpida como esa, seguro que no era ni siquiera original. Escribirle un e-mail a Dios contándole mis penas y pidiéndole consejo ¿porque no?, era una forma de rezar al fin y al cabo, y creía en Dios; bueno, al menos un poquito.
Tampoco tenia demasiada idea de como empezar ¿señor Dios ?, ¿mi querido y amado Dios ?, ¿Dios mío ?, ¿Dios Padre ?… bueno, lo dejé en un simple y convencional “Hola Dios !”. Luego me quedé un tiempo pensando en como empezar, lo más probable es que Dios debería conocerse al dedillo todos mis problemas, supuse que sí, pero así podría quotearme punto por punto. Solventado ese problema, intenté ser lo mas franco posible. Recuerdo que la primera línea era : “Estoy jodido, lo sabes muy bien, porque tu tienes la culpa”. Tras esa línea, siguieron otras muchas, en las que contaba todos mis problemas, paso a paso. Casi ni me di cuenta de la longitud del mensaje, pero se alargó hasta pasados varios cientos de párrafos. “Total, que más da”, pensé; no lo iba a leer nadie.
Una vez acabado el mensaje, lo revisé por encima, tampoco era cuestión de enviarle un mensaje a Dios con faltas de ortografía. En ocasiones me surgía el problema de tratarlo de tú o de usted, que solucioné imaginándome que le escribía una carta a mi abuelo pidiéndole dinero. Tampoco sabía si era ella/él ó ello, así que procuré evitar las expresiones que exigíeran un género concreto. Lo que no pude solucionar tan fácilmente fue la dirección de destino. Al final tras mucho pensar, llegué a la conclusión de que si el mensaje estaba en castellano, debería ir a un dominio en español, por tanto, al final escogí como destinatario la dirección “dios¶cielo.es”.
Ya estaba hecho, una vez escrito, me había liberado de todo el agobio que tenía, y había conseguido olvidar mis problemas con toda aquella farsa. Ahora solo quedaba intentar mandar el mensaje y olvidarme del tema cuando el servidor me rechazara el e-mail con el típico error de ‘Dirección no válida’. Pero no fue así. ¿ Sorpresa ?, ¿ miedo ?, ¿ incredulidad ?…. nada de eso: risa, mucha risa. Pero después de la risa, tras los días sin respuesta (Dios esta muy ocupado, me decía para mis adentros), la cosa se hacia cada vez mas intrigante, llegándome a preguntar si de verdad el mensaje habría llegado a alguna parte.
Fue un gris día de Octubre cuando salí de dudas: al recoger correo había uno de un tal “[email protected]”. Impaciente, marqué directamente el mensaje para leerlo ahí mismo. ¿Seria posible ?. Como si de un sueño se tratara, mis ojos no podían creer lo que leían, pero aun así, lo leían :
Mi querido hijo
Después de leer tus penas y sufrimientos, que no me eran ajenas en absoluto, no me cabe duda que tienes una gran fe en mi para compartir tamañas desdichas, más no esta en mi mano solucionar tus problemas, pues como ya sabes, la libertad del hombre es ley divina, que ni yo mismo puedo quebrantar sin alzar la voz sobre las almas de los muertos y los Santos. Sólo te puedo dar algunos consejos :
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No te lo pienses y navega hacia el cielo !
Un cordial saludo.
Dios
Jimmy Olano
Eso fue profético: hoy día el dominio
cielo . es
redirige a instalar
N e w t ab t v . c om
que en los buscadores hay miles de resultados para como eliminar ese “malware” (o cualquier otro malware aleatorio, en el navegador Brave y Chromium lo comprobé) ¿qué tal?
*Otra cosa, yo que usted lo hubiera enviado a la revista “Reader’s Digest”* (puede que aún esté a tiempo).
Avedon
Lo escribí hace muchos años jejeje. Gracias por comentar. Lo de enviarlo a una revista ni lo había pensado, la verdad.