Estos últimos días estoy leyendo a los clásicos que debí haberme leído hace tiempo. Cuando digo clásicos, me refiero a autores que hay que leer, tengan más de un siglo o apenas quince años. Sí, a veces cuesta retroceder a una época donde el lenguaje estaba cargado de sentidos y escrito con un cuidado que hoy despreciamos. Sí, aunque sea una vez en la vida: Poe, Cela, Baudelaire, Onetti, Vargas Llosa, Auster, Kafka, Voltaire, James, Kipling, Beckford, Melville, London, Umbral, Shakespeare, Cervantes, Faulkner, Bolaño, Welsh…. La lista es interminable, corto aquí por no extenderme.
Después de tener el libro en casa un año sin abrir, me he decidido (entre Poe y Shakespeare) a leer DPK: Dias de Porno y Kleenex, de Cesc Llaverías. Lo mismo que los libros (20 Polvos, Diarios secretos de sexo y libertad) de Rafael Fernández se les podría catalogar como literatura Underground; autoeditados y autodistribuidos.
La conclusión que he sacado es bastante curiosa. La mayoría de los que quieren ser escritores tienen talento para escribir, pero pocos llegan hasta el final. En la mayoría de los casos la técnica no es el problema: al fin y al cabo esto se puede aprender. Para eso están las escuelas de escritura creativa, grandes genios de la literatura clásica y moderna pasaron por ellos. Hoy mismo me he enterado que “El club de la lucha” de Palahniuk se gestó en un curso de escritura creativa. Aprendiendo de los errores ajenos, deberíamos no solo leer a los clásicos, sino hacer lo que hicieron ellos.
El problema está en que no están fácil tener algo bueno que contar. También ocurre que muchos autores noveles se empeñan en contar cosas que no interesan, y además no se toman en serio el oficio de escribir. Para complicarlo más, se podría decir que además existe el vicio de complicarse demasiado la vida. Voy a desglosar en diferentes puntos lo que he aprendido este mes, para recordármelo a mi mismo dentro de algún tiempo y “refrescar” la lección.
Jugar a escribir es una cosa, escribir es otra
Durante mi vida he conocido a mucha gente que quería escribir (mi primer contacto con un taller de escritura se remonta a 1995). Entre los aspirantes que hasta ahora he conocido hay de todo, a muchos no se les puede ni juzgar porque no se toman “en serio” lo de escribir: se pasan el día en juegos basados en escribir párrafos, y ver donde encajan las comas. ¿Es eso escribir?, sin duda, pero eso no hace un escritor. Creo que para eso están los correctores ortográficos sean automáticos o señores que cobran por ello. La diferencia entre un buen intérprete y un genio de la música no necesita explicación. Por este lado he aprendido algunas cosas, pero sobre todo, entender lo que son las distracciones del escritor.
Biografía vs Ficción
Después de terminar el libro de Llaverías, me he puesto a hojear su breve Biografía. No ha sido una sorpresa: la única parte del libro con algo de solidez, se basa en lo que parece ser su personaje mas autobiográfico. Lo mismo pasa con Rafael Fernández, la diferencia entre su personaje autobiográfico con historias mas o menos basadas en la realidad y el resto de personajes inventados es muy importante. Pasa de ser algo interesante, diferente, con “chispa” a ser una auténtica farsa, vacía y sin coherencia. Si no sabemos inventar, habría que tirar del baúl, pero creer que lo que sirve para una cosa sirve para la otra, es auto engañarse.
Tus traumas no le interesan a nadie
Parece que todo el mundo cree que sus propios traumas de infancia son algo “especial”, cuando lo cierto es que los únicos que los escuchan con atención son los psicólogos. Pocas historias merecen la pena ser contadas, el resto no dejan de ser recuerdos inconexos, mal contados, y llenos de detalles sórdidos. Sí, hay aceptar que la mierda de nuestro interior a veces no le interesa a nadie. Me ha costado reconocerlo, sobre todo cuando te dicen que la historia era “inverosímil”, y tu crees que las has puesto tal como era. Hay que asumir que o somos malos escritores o que la historia sólo funciona para nosotros. Mejor optar por lo segundo.
No te compliques
Parece que todo el que empieza quiere innovar al estilo Cela o Joyce. Nos tenemos que complicar la vida usando tres tipos de narradores diferentes, crear una obra coral de 25 personajes y jugar con el narrador en primera persona del presente combinado con un narrador omnisciente en el pasado, a la vez. Quizás haya genios que puedan hacerlo, después de unos cuantos libros publicados, o después de años escribiendo, aunque no les publiquen, pero seamos sinceros ¿que tiene de malo escribir una historia de forma “simple” si la historia es buena y está bien contada?
Revisar no es sólo buscar comas y tildes fuera de sitio
Algunas personas creen que opinar o criticar un texto es buscar faltas de ortografía o fallos de puntuación. El fallo más importante de un texto es que aburra. Otro problemas habituales pueden ser que «queme” al lector de tanta pasión sin freno, o que sea incoherente, o que los personajes no estén vivos o que la historia use trucos sucios. Una verdadera “revisión” debe arrancarnos el valor de tirar la mitad de lo que hemos escrito para “reescribirlo” de nuevo, esta vez, evitando los errores que hemos detectado. Ponerle comas, no va a solucionar un texto. Reescribirlo, es más probable.
Muchos de los textos que he leído estos últimos meses, tanto de Rafa, de Cesc o de otras personas, están plagados de problemas que si leyéramos con verdadera intención reformadora, los tiraríamos y los volveríamos a escribir de nuevo. Sin embargo, nos limitamos con escribir un par de frases, cambiar un par de adjetivos y poner una coma. Eso no es revisar. Revisar es casi tan importante como escribir.
La crítica.
Todavía recordaré el mal trago que tuve cuando critiqué a un conocido escritor español Underground por su último Libro. Mi intención era ayudarle a entender que no había funcionado y qué era lo que había funcionado en su libro anterior. No sólo no considero en serio lo que le dije, sino que sus “fans” me destrozaron con todo tipo de adjetivos. Es fácil adivinar que no he vuelto a criticar nada suyo, porque ¿para qué?. Cegado por las alabanzas de sus fans, ha escrito varios mas en esa línea de personajes absurdos y va hacia el abismo. ¿Está escribiendo para sus fans o para él mismo? Esta pregunta ya en el siglo XVIII varios autores la respondían tajantemente: Nunca escribas para los críticos. No escribas para tus supuestos lectores, escribe para tí mismo.
Esto no implica que te cierres a las críticas, sino que no te dejes cegar por las buenas críticas. Este autor es el mejor ejemplo e esto mismo; tiene un cuento que hizo con quince años, mucho mejor que las ultimas tres novelas que ha escrito. Tiene talento, pero lo lleva a lugares equivocados. Rodéate de gente que te diga la verdad, siempre. Una alabanza de vez en cuando hace falta para alimentar el ego, pero un ego hambriento, funciona mucho mejor que un ego engordado con comida basura. Escucha las críticas y valora a aquellos que te dicen aquello que aporta, hay pocos, y son valiosos. A veces no tienen razón, pero su punto de vista siempre te aportará algo.
Lee cosas diferentes
Si siempre lees a los mismos, no evolucionarás. Un lector mediocre es imposible que pueda ser un buen escritor. Yo reconozco que pese a mis canas, soy un lector bastante mediocre. Es algo que estoy poniendo empeño en mejorar. Reconozco que me emocioné mucho cuando leí a Umbral por primera vez, y que me costó leer La colmena de Cela. En ambos casos, he aprendido lecciones muy valiosas, y lo que me queda por descubrir.
Hay muchos tipos de literatura
Hay gente que solo lee manuales técnicos, gente que lee novelas de entretenimiento de mala calidad pero ritmo trepidante, y hay gente que lee poesía. La mayor parte de las veces, los que leen poesía no leen manuales técnicos salvo que necesiten hacerlo, y viceversa. No podemos escribir “de todo”, hay que ser sinceros con nosotros mismos y escribir el libro que queremos escribir, escribir literatura ligera no es un pecado y sí el primer paso para algún día, escribir algo denso y profundo. Intentar escribir algo profundo con argumentos adolescentes es casi con total seguridad, un error que todos cometemos alguna vez, pero no lleva a nada.
Personajes
La verdad a veces es un obstáculo, porque puede ser increíble. La realidad nunca es un obstáculo; los mejores personajes que he leído estaban construidos con una pizca de verdad, muchos detalles fruto de la observación y algo de imaginación. Lo que hace los personajes memorables, es el hecho de que tengan vida propia y no sean un cliché. Los malos personajes son los que se parecen unos a otros, los que hablan todos igual. Son tan genéricos que ni siquiera distingues sexo o edad. Podrías intercambiar sus nombres en el relato y te daría igual. Si creas un buen personaje, casi da igual lo que haga porque la historia te la contará él, no la leerás.
Luis Fausto
Sesudo, prudente, autocrítico. ¡Bravo!
Qué bien escribes cuando te pones serio
Avedon
Gracias Luis!
Avedon
Hay muchos tipos de poesía. La prosa poética es poesía y para algunos -como yo- la única forma de acercarse a la poesía :) No desesperes.
Jimmy Olano
«Experiencia es el nombre que la gente da a sus propios errores».
Reflexionando en este texto (una sorpresa pueril) me doy cuenta que no leo poesía y muchos, muchísimos manuales técnicos. Por eso leo este blog ahora, para equilibrar el Ying y el Yang.
Ah y con lo de la poesía «tiro la toalla», es mucho para mí.