Vayamos con las verdades por delante: Brasil no es un país conocido por su producción de cine de ciencia ficción. Es cierto que hay una genial película titulada «Brazil» de 1985 que narra una distopía sacada de una pesadilla de Kafka, pero no, en este caso, la serie de la que hablamos, 3% es una producción moderna, distribuida gracias a Netflix. Pura ciencia ficción distópica con tinte social y mucha, mucha tensión psicológica. Además, se puede atribuir el mérito de ser visualmente única y diferente a cualquiera que hayas visto hasta la fecha. Y eso no es moco de pavo.
3% es una historia post-apocalíptica, que narra un futuro cercano donde tan sólo un 3% de una población sumida en la pobreza y la anarquía llegará a formar parte de una sociedad privilegiada -la élite-, después de pasar por unos procesos de selección infernales, destinados a escoger a los mejores. La serie, fiel al principio de mostrar, no explicar, va dando pinceladas de la sociedad anárquica donde vive esa gran mayoría, y del mito que representa «el otro lado»: el lugar donde vive ese 3%.
Siempre me pasa cuando veo algo que no es de factura norteamericana angloparlante (USA o Canadá, tanto me da): uno rápidamente percibe una textura y un lenguaje audiovisual muy diferente. Me pasó con la sudafricana Charlie Jade y con la sueca Real Humans, y en menor medida con producciones inglesas como Doctor Who, Blackmirror o Torchwood. Es una gozada disfrutar de elementos tan diferentes con una historia tan psicológica, porque 3% es una infinita, larga y monstruosa versión retorcida de «el método Gromhölm«. Para los que no hayan visto la obra de teatro (o la excelente película), se trata de un método de selección diabólico para escoger al más capaz. Siendo el término «mas capaz» parte de la ecuación del problema. En este punto, si te gustó «11,4 sueños luz» en la parte de sus procesos de selección, deberías disfrutar mucho con 3% pues tiene un concepto muy similar. Menos mal que publiqué «11,4 sueños luz» un mes antes de que emitieran 3% :-)))
Muy en la línea de 11,4 sueños luz, 3% narra con su picante y colorido acento brasileño, como el mundo se reduce a una gran favela. Los «elegidos» para la prueba -todos aquellos que cumplen 20 años- son ciudadanos que parten más o menos del mismo nivel de miseria, pero con diferentes expectativas, ya que «el proceso» es para algunos más una religión que algo real. Para otros representa la única forma de prosperar, el único camino que queda ante una existencia gris y patética. La historia se centra en seis personajes protagonistas, y los vemos pasar por todas las pruebas, con muchas dificultades y sufrimiento. La serie no decae en ningún momento y mantiene la tensión en sus ocho capítulos sin parar. Todos -todos- los personajes tienen una historia compleja detrás, y el final desvela el secreto mejor guardado del guión justo en su debido momento, Una bomba de relojería muy bien hilada, donde cada participante de la historia coral, recibe tarde o temprano su dosis de realidad o como dirían los ingleses «payback» en algo que no soy capaz de expresar en castellano. Pocas veces se puede ver en una serie a personajes tan bien definidos y una historia tan sólida. Además no utilizan el sexo ni las caras guapas para la historia, aunque quedan claro que también tienen actrices guapísipas, con la aparición de la esposa del director del proceso a mitad de la serie.
No me cabe duda que en otoño de 2017 estaremos disfrutando la segunda temporada. Es una de las mejores series de ciencia ficción de este año. Y lo mejor… es que no se pega ni un solo tiro.
Jimmy Olano
De hecho ya en Estados Unidos se presentó el fenómeo del 1% (solo que estos ya nacen ricos de cuna y no hay proceso alguno de selección) y el movimiento de ocupa a Wall Street, así que esta serie no está ni tan alejada de la realidad. Del mismo director de «Ciudad de Dios» (2002) he leído buenas críticas por las actuaciones porque de resto no está bien dotada de presupuesto para efectos especiales ni tomas espectaculares…¡mucho menos para arma alguna!