Viaje espacial: mitos, leyendas y ciencia

El viaje espacial tiene muchísimos acercamientos en la literatura y en el cine. Se podría includo decir que «todo está ya inventado», salvo que todavía no se usa ninguna de esas tecnologías en la realidad. Hasta la fecha lo mas lejos que ha podido llegar el ser humano es a los límites cercanos del sistema solar, con la sonda Voyager 1, lanzada en 1977. Sería como ser un gusano de planta de interior y estar orgullosos porque hemos inventado un vehículo que llega arrastrándose y resbalando por el polvo, y que ha llegado hasta el borde de la maceta. ¡Qué logro!

nave gusano
NO es una nave gusano, pero podría serlo… en un universo alternativo.

El viaje espacial con entidad propia en la ciencia ficción tiene lugar cuando nos aventuramos fuera de nuestro sistema solar y alcanzamos otros sistemas solares, en la misma galaxia, o ya en plan brutal, si saltamos a otra galaxia. Da mucho juego eso de «galaxia desconocida»: Ir a Marte o una de las lunas jovianas es algo más o menos factible hoy día, aunque no sería un viaje de picnic sino algo difícil, arriesgado, potencialmente inútil y sobre todo, tan caro que es implanteable en la situación socio-política actual. Las novelas de ciencia ficción que tratan del ser humano expandiéndose sobre el sistema solar, tratan muy por encima el viaje entre la Tierra y el planeta en cuestión (Marte, lunas jovianas o de Saturno y/o asteroides), porque la diferencia entre llegar en tres meses y una semana tampoco es significativa para la historia.

Bien, hablamos de viaje interestelar, de viaje de una estrella a otra. La distancia que separa el Sol de la estrella más cercana, Alfa Centauri, es de 4.2 años luz. Esto es mas o menos 39,740,000,000 Km. Es mucha distancia para ir en una nave. Hay que recordar que el récord actual de velocidad de una nave tripulada (el Apolo 10) es de 39.888km/hora, que son 11km/sec, y la velocidad de la luz, son 300,000 km/sec, es decir, un 0,003% de la velocidad de la luz. A esa velocidad necesitaríamos muchos, muchísimos años para llegar a la estrella más cercana. Además del tiempo, un sinfín de problemas técnicos y de seguridad para el ser humano hacen que sea a día de hoy, imposible.

Para superar este «imposible», tenemos dos alternativas: ir más rápido que la luz o ir al menos casi tan rápido, por debajo de la velocidad de la luz. Veamos que alternativas nos ofrece la ciencia ficción y cuales pueden ser más o menos factibles.

Viaje ESPACIAL a más velocidad que la luz

Cualquier físico te dirá: imposible. Cabría añadir la coletilla «con lo que sabemos hoy día» que explica por qué el ser humano ha destruido uno tras otro todos los imposibles que le han intentado frenar a lo largo de la historia: desde volar, bajar al fondo marino o llegar a la Luna. No voy a hablar de la teoría de la relatividad de Einstein por que cuando junto números y letras en el mismo renglón me duele la cabeza y me entran ganas de leer un libro de aventuras. Baste decir que según la física es realmente complicado que una nave vaya a más de 300,000 km por segundo.

Motores FTL (faster than light)

En la ciencia ficción existe un término para el motor que hace que nuestra nave pase de ir a velocidades sublumínicas a velocidades por encima de la luz: el motor de salto. Habrás oído hablar de él con otros nombres: hyperdrive, motor de hiperespacio, motor de curvatura, motor FTL, WARP drive, motores hiperlumínicos o simplemente, motor de salto. La nave, lleva dos tipos de motores, los que usa para moverse «a baja velocidad», entre planetas, y los que utiliza para ir más rápido que la luz. Estos motores utilizan combustibles raros y no están disponibles para naves muy pequeñas, imaginamos que por su coste o complejidad. Así en starwars, los XWing tenían motor de hiperespacio, mientras que los Tie Figher no tenían esa capacidad de vuelo espacial.

Además del problema de viajar a velocidades absurdamentes rápidas, está el problema de la navegación, ya que un pequeño error podría hacer que atravesáramos una estrella o por mala suerte, coincidiéramos con un cometa errante. Para eso la C/F suele ubicar ordenadores dedicados en exclusiva al cálculo de las rutas de salto o a alienígenas medio locos que son capaces de hacerlo «a pelo».

starwars-hiperespacio

La explicación física dice que la teoría de la relatividad de Einstein, puede permitir que un objeto viaje más rápido que la luz en el espacio-tiempo curvo, así que algunos de estos motores «curvan» el espacio para hacer trampa. Quizás no sea viaje espacial como tal, ya que el concepto físico es complicado -a la par que no demostrado ni teórica ni empíricamente- , yo me quedo con que a efectos prácticos hacen que la nave viaje a más velocidad que la luz. En muchas novelas, especialmente, space opera, donde la física es el menor de las preocupaciones, no se explica cómo hacen los motores para viajar por encima de la velocidad de la luz, simplemente, lo hacen. En el viaje espacial de la mayor parte de la ciencia ficción, lo importante es llegar, no el cómo.

Agujeros de gusano

No todo va a ser pura mecánica ni viaje espacial como tal. Algunas teorías de la física dicen que si el espacio se puede curvar, podríamos pasar de un punto muy alejado de otro en el espacio, si conectamos esos dos puntos al doblar el espacio. El tránsito entre los dos puntos, a velocidad normal produciría que del punto A al punto B, llegáramos en cuestión de minutos. Ese punto A y B pueden estar a 2 años luz o a 2000 ya que la capacidad de plegarse del espacio no depende de la distancia real. La conexión entre el punto A y el B sería lo que se conoce como agujero de gusano. Ahora bien ¿como encontrar un agujero de gusano?

Agujeros de gusano naturales. Algunos autores hablan de puntos de salto (entre el punto A y el B) naturales, como si fueran montañas o ríos, producidos por la física del espacio. Tener mapas de ellos serviría para que el viaje interestelar fuera fácil y barato. Es una de las formas que yo exploro en mi novela -no publicada todavía-, una secuela de 11,4 sueños luz, donde los protagonistas son «exploradores» del espacio, buscando rutas estelares.

Portales de salto:  El ser humano «provoca» o «construye» un agujero de gusano por medios artificiales, uno tan grande que permita el tráfico de naves y lo pone en un mapa (y presumiblemente cobra por usarlo). La versión mas fascinante de este mecanismo se puede encontrar en «Pórtico» una de mis novelas favoritas, de Frederik Pohl, donde la humanidad descubre una estación que manda naves a otros sistemas solares, casi de forma aleatoria, sin saber a donde exactamente, y cada viaje, se convierte en una ruleta rusa espacial. En televisión se puede ver con Babylon-5.

VIAJE ESPACIAL A VELOCIDAD INFERIOR QUE LA LUZ

Si no tenemos prisa, podemos armar una nave que llegue, cuando llegue, es decir, varias generaciones de tripulantes más tarde. Los tripulantes originales procrearon, sus hijos también, y así nietos y bisnietos hasta que por fin, lleguen a su destino. Por este concepto responden las llamadas naves generacionales. En este concepto me baso para mi novela 11,4 sueños luz.

Otra de las opciones a una nave generacional es la criogenización, un sistema por el cual se somete a una persona a condiciones de frío intenso para preservar su cuerpo en condiciones apropiadas para reanimarlo en un futuro. Esto lo hemos visto en multitud de películas y trae aparejado el problema de que esa persona, cuando despierte, entre los efectos de la ley de la relatividad y el tiempo que ha pasado en suspensión, habrá perdido a todos sus seres queridos. Es un tema que se trata con maestría en una de mis novelas favoritas: la guerra interminable, de Joe Haldeman.

Alternativa al viaje espacial: criogenizacion

Existen algunas otras versiones de esto, como traspasar la conciencia de un humano a una máquina-androide (cyborg) o directamente a un sistema informático. Por supuesto, siempre podemos mandar una nave automatizada, sin seres vivos a bordo y pedirle que vuelva y nos traiga información, pero igualmente, sería un largo viaje.

El problema del viaje espacial a velocidades físicamente comprensibles (por debajo de la velocidad de luz) es que el proceso de aceleración debe ser gradual para que un cuerpo humano lo soporte, e igualmente, la nave tiene que frenar para poder ponerse en órbita y no pasarse de largo a la hora de aproximar a su destino. Esto hace que se pierda mucho tiempo, por lo que no sólo es necesario tener un motor que consiga velocidades rápidas (p.e: 20% de la velocidad luz), sino que deberá tomarse mucho tiempo para acelerar y decelerar para no «estrujar» el cuerpo humano dentro de la nave. A todo esto, se le suman los peligros de la radiación cósmica, los devastadores efectos del polvo cósmico sobre la estructura de la nave (no digamos ya de un meteorito del tamaño de un guisante), y por supuesto, de tener un montón de gente encerrada en una nave durante toda su vida. Menudo papelón. Las naves generacionales son un filón para contar historias desde el punto de vista psicológico y sociológico, pero parecen una mala solución, además ¿que ocurriría si a los 50 años de enviar una de estas naves se descubren los motores FTL?, que para cuando llegara la nave generacional, descubrirían que los humanos llevan generaciones habitando lo que iba a ser su planeta.

Si conoces más alternativas a las que he nombrado aquí, seria genial que las compartieras con todos a través de un comentario :)

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Comments

  • Anónimo

    6 años agoReply

    Estoy parcialmente de acuerdo en que ciertos viajes tripulados por el Sistema Solar serían «potencialmente inútiles» como un viaje a Marte con el propósito de crear una colonia permanente allí. Se ha insistido tanto en el viaje tripulado a Marte, que me temo finalmente se llegue a realizar, sin más propósito que el de demostrar la cantidad de testosterona (quien mea más lejos o quien la tiene más grande). Pero por lo demás, los viajes por el Sistema Solar pueden ser la meta y modo de vida de gran parte o incluso la mayoría de la humanidad, durante los próximos mil o dos mil años, algo necesario, productivo y muy útil.
    Pero hay que abandonar el chovinismo planetario (frase de Isaac Asimov) consistente en considerar únicamente los planetas como objetivos de la exploración espacial. La Tierra, los demás planetas y las mayores lunas del sistema Solar son pozos de gravedad que los encarecen y convierten en poco rentables como fuentes de riqueza mineral o incluso habitacional.
    Es mucho mejor y más rentable construir nuestros futuros hábitats en el espacio cerca de los asteroides, de la Tierra y de la Luna, cerca de las fuentes de minerales que servirían para construir los hábitats, obtener fuentes de energía, y no muy retirados del Sol para que, mientras no seamos capaces de hacer funcionar la energía de fusión, utilizar la energía solar.
    En un principio, por motivos evidentes, habría que utilizar bases y minas en la Luna para obtener silicio y otros materiales con los que construir centrales de energía solar en órbita de la Tierra, para suministrar a esta. Más adelante nos expandiríamos hacia los asteroides . Los hábitats espaciales, al no estar sobre una superficie planetaria, podrían construirse de tamaños tales que pudiesen albergar miles de habitantes, podrían tener zonas de cultivo para ser autosuficientes y generar su propia gravedad artificial por rotación. Al ser de tan gran tamaño sus paredes deberían ser muy gruesas y cubiertas internamente por regolito lunar como escudo antirradiación.
    Los viajes tripulados a Marte y otros cuerpos celestes del Sistema Solar los dejaría para cuando esos viajes no constituyesen un reto tecnológico, resultasen seguros y cómodos. Marte y los demás planetas y lunas del Sistema Solar son lugares inhóspitos y peligrosos, buenos para exploración científica, no para vivir en ellos.
    ¿El viaje a las estrellas más próximas? claro, cuando generaciones de humanos se hayan acostumbrado a vivir en ciudades espaciales, no les resultará extremadamente bizarro, si disponen de motores adecuados, emprender el viaje de varias de estas ciudades espaciales en dirección a algún o algunos de los sistemas planetarios más próximos y tras generaciones de viaje, hacer en esos sistemas solares lo que desde mil años venían haciendo en el de origen, practicar minería en los asteroides y construir más hábitats espaciales en órbita a la nueva estrella. Investigar científicamente los planetas y lunas, sin habitarlos, y ver que ocurre en ellos durante los próximos siglos. Cada sistema solar sería colonizado durante milenios y nuevas naves emprenderían viajes generacionales hasta nuevos destinos.
    Así es como creo yo se expandirá la humanidad y la vida del planeta Tierra por toda la galaxia.

    • 6 años agoReply

      Gran comentario. Si no lo has hecho ya, deberías leer «Marte Rojo» y «El despertar del Leviatán» dos novelones que hablan exactamente de lo que comentas :-), ¡gracias por la visita y el comentario!

  • 7 años agoReply

    Definitivamente que me decanto por los viajes espaciales generacionales incluso si no llevan tripulante alguno: desde muy joven me impactó la novela «Cita con Rama» por Arthur C. Clarke y allí la nave es autónoma y sustentable (los libros siguientes no me gustaron para nada, se centran más en los personajes por sobre todo lo demás, no entiendo como puede haber girado tanto esa secuela ¿? ).

    • 7 años agoReply

      Raro en Clarke que es Mr. Hard. Precisamente en «Lágrimas negras» lo que prima son los personajes sobre «el entorno», pero bueno, es una historia compleja, espero que la leas en unos meses ;)

      • 7 años agoReply

        A eso vamos, a eso vamos, debo equilibrar tiempo de trabajo con «tiempo de ocio», como así lo llamo.

        Volviendo al tema de los personajes, DEBE HABER UN EQUILIBRIO, está bien, de tanto en tanto ver cada caso PERO sin perder de vista los elementos «científicos» que nos mantengan enganchados a la historia (incluso ZepFilms y Tarantino lo llama «estirar» con «montaje y ritmo» { Youtube 9r5WI59IBQk } se debe saber administrar la espera y el suspenso con el tema «tecnológico»).

    • Ramón

      6 años agoReply

      La novela original, «Cita con Rama» fue escrita por Arthur C. Clark en persona, mientras que sus secuelas fueron colaboraciones con otros autores, los cuales, evidentemente plasmaron sus estilos y puntos de vista.

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