Reseña: Geralt de Rivia

La primera vez que oí hablar de la saga de Geralt de Rivia fue en boca de la misma persona que me recomendó “Ready player One”: una de las mejores novelas de C/F que he leído en los últimos dos años, así que abrí bien las orejas para escuchar mejor lo que decía.

La saga de Andrzej Sapkowski consiste en –agárrate– ocho libros, de los cuales, cuatro son de cuentos independientes y otros cuatro forman una saga de género fantástico. El último libro finaliza la saga. Se puede decir que como novelas, hay cuatro libros, y que los otros no son imprescindibles. Yo me leí los dos primeros y los cuatro que forman la novela. Tiene un estilo bastante tosco, que va mejorando en cada libro.

Geralt de Rivia
Geralt de Rivia, muy fucker

Geralt de Rivia, es como decirlo, un fucker medio mutante, medio guerrero, con algunos poderes mágicos y que utiliza la magia del mundo en el que vive de una forma casi trivial. Es un protagonista lacónico que tiene su pepito grillo en forma de su amigo Jaskier, un trovador/bufón que de vez en cuando le acompaña y es quien cuenta sus aventuras por todos los reinos. Las novelas aportan una línea argumental larga, y mucha acción, sobre todo los primeros libros. Lo cierto es que el personaje cautiva, sea por su “maldición” como por su personalidad de tipo que no quiere ser el más chungo de todo el barrio, pero que sin embargo, lo es. Ese aura de maldito que le rodea junto con su falta de miedo, construye un antihéroe muy resultón.

 

Sin embargo, a mi lo que me cautivó del libro es el mundo mágico en el que viven. Llenos de criaturas malvadas que en el fondo son pobres diablos. Un libro en el que los algunos personajes secundarios son mejores que los principales. No porque estén mejor definidos, sino porque casi nunca son arquetipos. Sorprenden. Un libro lleno de fantasías, pequeñas, mundanas, rodeadas de otras fantasías, cuidadas y extravagantes. Construye un mundo coherente en torno a la magia. Sin llegar a los extremos barrocos de Juego de tronos o Dune, crea un mundo político muy convincente, donde ningún malo es malo del todo, ni ningún bueno es bueno del todo: Eso sí, a todos les gusta el dinero y las mozas (o los mozos, según toque). Me gustan mucho los personajes de este mundo, en la fantasía priman otras cosas, pero los personajes creíbles no. En este se consigue con creces.

Las escenas épicas lo son también, la magia es magia, de la buena. Y sí, también hay algún muerto. Los últimos libros sin embargo empiezan a desdoblar demasiado los personajes principales en pequeñas sagas independientes y el libro empieza a perder fuelle. Sobre todo por parte del personaje principal (Geralt de Rivia) al que su laconismo empieza a pasarle factura y pierde protagonismo en favor de su amada y contra-protagonista: Yennefer.

El libro concluye como no podía concluir: mal. Es una desgracia menor, ya que compensa con una de las mejores idas de pelota que he leído en fantasía: haciendo un crossover de universos con el mundo clásico, una idea que me parece soberbia y bien ejecutada.

La lástima es que el autor no supiera “deshacerse” antes de los bultos que acarrea durante cuatro libros. Bultos que poco a poco lastran la agilidad de la verdadera protagonista: Yennefer, de la que el autor se enamoró. Su desafortunado amado, Geralt de Rivia, estorbaba, junto a sus amigos los personajes secundarios de relleno. Esto fastidia el último libro, aunque si exceptuamos el bochornoso desenlace final (en la torre) y en la revuelta de la ciudad, creo que el conjunto es merecedor de una buena calificación.

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1 Comment

  • 7 años agoReply

    «…crea un mundo político muy convincente, donde ningún malo es malo del todo, ni ningún bueno es bueno del todo…»
    Pues ahí tenéis el gancho de la historia, crea la expectativa siempre de que no se sabe que hará cada personaje. Humanos pues, al fin y al cabo.

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