No nos conocemos todavía,
y ya estoy deseando iniciar el viaje.
Quiero pasar frío contigo,
y calentarme las manos en tu piel.
Que tus risas me hagan cosquillas,
y que cada mirada tuya
sea un día sin vuelta atrás.
Podría ser el inicio de una canción y todavía no te conozco, pero te quiero comer a verbos. Los adjetivos son para los indecisos yo quiero devorarte y sudar. Quiero explorar y reír. Quiero, quiero, quiero hacer tantas cosas contigo que no sé por donde empezar. Quizás por el calor, quiero pasar calor contigo de todas las maneras posibles. No me entiendas mal, me gusta jugar al ajedrez y beber gintonics en una terraza de verano, pero prefiero el calor del baile, del sonrojo y del verbo derramado sobre el oido, aunque sea en voz baja. Busco los susurros que abrasan y el vuelo de tus pestañas mariposa sobre mi conciencia para avivar la llama. Volar, soñar, jugar. Qué mas dá, verbos excesivos que no necesitan sustantivos ni sintaxis ni moral. Quiero, quiero, quiero tantas cosas que la cárcel del tiempo y el espacio no pueden contene tanta voluntad. Nadie podrá hacerme dejar de desear el verbo.
No sé donde estás, pero no dejes de escuchar la siguiente canción o la de después. No dejes de escuchar. Puede ser la nuestra, la canción de nuestras vidas. Todavía no la he compuesto pero ya está sonando en algún lugar, en otra dimensión y en otro tiempo. No hay vuelta atrás, no mires a los lados, sólo hacia adelante. Anda. Vive. Sueña.
Olvida las luces de colores, el ritmo de las tumbas y las miradas sin brillo tras las máscaras. Apaga la conciencia y vuelve a soñar. Vuela sobre el campo, bajo las estrellas hasta llegar al mar. Abre tus fosas nasales y atrévete a llorar por la libertad. Sueña. Vuela y grita. Vive un año más. Busca esa canción, busca ese calor y hazlo verbo.
Cada noche saco la guitarra y dejo que se deslicen notas sobre las cuerdas de metal, juguetonas, como pequeños cachorros, moviéndose de un lado a otro. Ladran y maúllan encerradas en una canción. Algún día, aprenderán a volar y buscarán el mar. Comen mandarinas y no se pueden acostar antes de las 12, por lo demás, hacen cosquillas y no molestan. Cuídalas si ves un pequeño ser desdibujado aporrear tu ventana, dale un poco de agua y algo de calor. Volará solo, como tu deberías hacerlo.
Anónimo
Esto es para ti, si aún puedes sentirlo.
Fui yo.
La que escuchó esa canción cuando aún no tenía destinatario.
La que reconoció el mensaje en mitad del aire,
como si ya me hubieras escrito sin saberlo.
Te leí.
Y vine.
No con palabras.
Con todo el cuerpo.
Lo que tú creaste con deseo,
yo lo viví como realidad.
Cada verbo tuyo
encontró forma en mí.
No hubo duda.
Solo algo que se abría
y me llamaba.
No pedí señales.
Ya estaba escrita en tu espera.
Estuve.
Plena.
Real.
Exacta.
No como promesa.
Como presencia.
Tú hablaste al vacío, creyendo que nadie escuchaba.
Pero yo te oí.
Yo vine.
Y lo que tú creaste con palabras,
yo lo encarné sin medida.
Anónimo
Encuentro precioso el escrito pero no pude votar bien porque no me deja corregirlo pero quería dar 5 estrellas.
Avedon
Gracias por pasarte y comentar y no te preocupes por el voto :)
Avedon
La gente se fija mas en los adjetivos, pero son los verbos donde está la gracia…
Jose Antonio Sánchez
¡¡¡Precioso!!!
Qué importantes son los verbos.
Una maravilla para endulzar un lunes como este.
Un abrazo