No, no me llamo Nicholas, ni a mi abuelo paterno le llamaban Don Avedon en su pueblo. Lo cierto es que mi verdadero nombre es igual de extraño o más. No he conocido a nadie con mi nombre de pila y muy pocos que tengan mi primer apellido, aunque en el siglo XII hubo un escribano con mi nombre y apellido en el reino de Aragón. Soy español, de Madrid, y orgulloso de mis raíces, a pesar de haber escogido un pseudónimo con sonoridad anglosajona.
Una de las cosas que siempre me ha echado para atrás a la hora de publicar es airear mi forma de ver el mundo. Siempre he guardado con mucho celo mi intimidad. Escribir bien implica necesariamente sacar todo lo que hay dentro de uno mismo, o al menos así lo veo yo. Para ser auténtico hay que enfrentarse consigo mismo. Y eso implica que lo que hay dentro a veces es feo, huele mal y sorprendería mucho a la gente que me conoce -o que cree hacerlo- en el mundo real. Aunque lo que escribo en mis novelas, en mis relatos o en mi blog no es necesariamente autobiográfico, los que hemos leído ya unos cuantos libros sabemos que siempre hay un poso autobiográfico en lo que un buen autor escribe. Claro, no es lo mismo un folletín de acción que una novela con personajes más o menos creíbles. Si no vestimos a nuestros personajes con emociones auténticas, no serán reales. Y de eso se trata, de revestir de realidad una ficción más o menos ingeniosa, de crear vida.
En mi día a día laboral me relaciono con muchas personas y mi nombre desgraciadamente es público. No es que sea famoso ni nada por el estilo, pero cruzar ambas esferas -la real y la literaria- sólo me traería problemas y ninguna ventaja. Por eso Nicholas es mi alter ego literario. Algunas personas en mi trabajo saben que escribo, a veces soy tan celoso guardando mis secretos que necesito que alguien lo sepa, para no volverme loco. Además, en el cara a cara al final todo se acaba sabiendo. En el trabajo soy otra persona completamente diferente, tanto que a veces yo mismo me asusto. Pero todos tenemos nuestra forma de pelear con el mundo, y esta es la mía.
Supongo que os preguntaréis ¿por qué «Nicholas Avedon»?, lo cierto es que hay pseudónimos o nombres artísticos como Francisco Umbral o Ray Loriga, que son fantásticos y no dejan de ser bastante castellanos. Escribiendo ciencia ficción siempre pensé que sonaba mejor un nombre anglosajón que uno con raíces latinas. Además, sigo pensando que algún día me traducirán y un yanki, un canadiense o un inglés cogerán mi libro y no pensarán que soy un autor extranjero. Avedon tiene una sonoridad que me gusta, además de que soy gran fan de la fotografía y de Richard Avedon, uno de los grandes fotógrados del siglo XX. Quizás en el futuro los próximos libros que publique vayan con «Nicolás Avedon», que puede desentonar menos, pero bueno, me gusta más Nicholas. Me gusta ser diferente, hasta para elegir un alter ego. No es que lleve la contraria, es que no asumo que haya una forma correcta de hacer las cosas.
A pesar de lo que pueda parecer, mi otro yo es un tipo bastante normal. Tengo una vida, un gato y tres guitarras. También tengo vecinos. Voy todos los días a la oficina, no soy un noctámbulo adicto a las drogas ni voy de prostituta en prostituta recogiendo historias turbias. Pero siempre hay algo de mí en cada cosa que escribo, a veces más real de lo que parece.
Diego Eduardo Olivera
Qué gran sorpresa, recién leo esto que ya tiene varios meses de publicación. Siempre creí que era tu nombre, igual los muchachos del circulo literario. Saludos desde Argentina
Anónimo
Bien analizado. Claro y concreto. Vas escalando posiciones como escritor. Día a día, artículo a artículo. ¡Bravo, Nicholas Avedon!
Avedon
Gracias Don Anónimo ;)
Jimmy Olano
En otro de mis comentarios os dejé un extracto del libro «El hombre que calculaba» de Malba Tahan, un pseudónimo que dejó de serlo cuando el propio presidente de Brasil dictó la orden de que así se le colocase al autor en sus documentos de identidad: su transformación sobrepasó cualquier límite, cruzó el Rubicón. Ahora felizmente le recordamos no solo como un gran autor, sino también como un gran educador.
Escribir con pseudónimo es una excelente -e inteligente- idea.
Nicholas Avedon
Te llegará el sábado, espero :)
Gracias por comentar, y si, el lado oscuro no deja de ser parte de nosotros, todos lo tenemos, unos somos conscientes, otros no, pero les atrae aunque no sepan exactamente porqué. Ese es el poder de la literatura, llegar a regiones inexploradas del alma.
Ingo
Interesante reflexión es cierto, el alter ego, el doppelgänger, todos tenemos uno y creo que la escritura a pesar de su violencia es realmente la forma mas segura y menos violenta de dejar rienda suelta a nuestro lado mas salvaje. Hay una historia/ película de Stephen King, la mitad oscura que habla muy bien de ese otro lado que despierta… quien no ha pasado noches en veía poseído por algo y escribiendo cosas que luego no es capaz casi ni de recordar, y con la certeza de que si no escribía del tirón nunca acabaría ese relato.
Un abrazo, por cierto hoy he comprado tu libro en lektu, ohala me llegara dedicado personalmente, bueno, quizás un día… tengo unas ganas de leerlo!