Durante muchos años he seguido de cerca a uno de los escritores españoles underground mas conocidos. Lo que más me atraía de él era la difusa barrera entre el personaje que proyectaba y el protagonista de sus obras. Un Chinasky español, 100% actual.
Aunque su literatura no tenía nada de especial, su personaje era único e imprevisible, con una mezcla entre la ternura y la constante provocación, que bordeaba lo inaceptable hasta el punto de dejarte con ganas de más, como cuando llevas follando demasiado tiempo y sientes que necesitas terminar, como sea.
Sé que muchos otros autores, conocidos y no tan conocidos han utilizado esa técnica de proyectar sus alter-ego literarios hacia el exterior, como una extensión de su marketing personal. Lo hacía Umbral y lo hacía Poe, a su manera, porque en el XIX todavía no tenían un concepto elaborado ni una palabra para el marketing, pero aún así, Poe también lo hacía, aunque fuera de manera inconsciente. A veces me pregunto si el secreto de lo que llaman «estilo propio» no se podría explicar sencillamente como una buena y cuidada proyección de la imagen del escritor y su obra, como un perfume y su personaje, con su bufanda a juego. Coño, Umbral, sal de ya mis pensamientos.
¿Qué es real?, ¿qué es imaginación?, ¿de qué se nutre la fábrica de sueños?
Aquellos que habéis leído mi primer libro de relatos «Histerias ficticias» (digo primer porque estoy preparando otro), sabéis que hay dos cosas que me caracterizan como escritor: la búsqueda del significado de lo humano, y explorar la maldad desde otro ángulo. En mis dos novelas, «11,4 sueños luz» y «Lágrimas negras de Brin» he explorado sobre todo lo primero, y en la última le he dedicado un poco de atención a la segunda. Pero en la novela que he comenzado a escribir, el foco está puesto en explorar la maldad hasta el fondo, aunque me deje por el camino todo lo demás.
Metido hasta la médula en una ucronía con fecha actual, mi complejo protagonista está atormentado hasta el extremo. Es alguien que expone sin querer el mal de este mundo y lo blanquea hasta el punto que uno ya no sabe lo que está bien y lo que está mal. Entremezclado con una textura grumosa, el sabor amargo se confunde con el dulce, pero no se puede dejar de comer y de tragar, así que es imposible saber qué estas comiendo. Así es mi nueva novela. Comida basura para ese trozo de tu alma que nació para tentarte. Esa parte de la que reniegas, de la que confías que no exista, pero esta ahí, siempre ha estado ahí. Como uno de mis relatos de «Histerias ficticias» pero enroscado en una larga serpiente de nudos.
Pero me da un poco de miedo, porque… ¿de dónde salen esas ideas?, ¿de dónde surge la oscuridad de mis personajes? Empecé a escribir con pseudónimo porque no quería que la gente asociara el universo de mis letras con mi yo del mundo real. Pero cuando más escribo, más se difuminan las fronteras y cada día que pasa, Avedon se adueña un poco más de mí, hasta el punto que no quiero que Nicholas se vaya a dormir. Ya no sé donde está la barrera, y si yo no lo sé… tú tampoco lo sabrás.
Tengo miedo de que esto vaya a más. Quizás una día despierte y me de cuenta de que soy otro personaje, atrapado en una historia. Pero, ¿no somos acaso parte de una historia de la que no conocemos el final?, ¿somos un personaje secundario?, ¿el antagonista? Tengo la sensación de que hay un final escrito para mí, y no es el que imagino, y de que el cabrón que ha escrito mi destino, es de los que juegan con las palabras para despistar. Le gustan las sorpresas, como a mí. Espero que por lo menos le gusten los finales felices.
Aunque igual, yo soy el malo de la historia, pero entonces… ¿cómo es un final feliz para el personaje chungo de la historia?
Ninina
No tengas miedo a mostrar tu universo por completo. «La realidad tiene estructura de ficción» dijo Jaques Lacan. No pongas límite a tu creatividad que somos varios locos los que la seguimos para conseguir dar sentido a nuestra realidad.
Avedon
Límites no, pero enfocar la creatividad es importante, sino se diluye y escapa como el humo. En ello estoy. Cuesta.
José de Cádiz
¿Qué se esconde detrás de un escritor?
Sus frustraciones, desengaños, sueños, traumas, fobias, alegrías, estilos de vida, ideologías, preferencias, etc. Al escribir se desnuda el alma, sabemos si el autor es culto, ignorante, malévolo, inteligente, talentoso, mediocre, etc. Un relato o novela es toda una radiografía a colores. En lo personal, desde niño padecía de soledad y fui víctima del buling. Entonces me refugiaba en la lectura y la creatividad: pintaba, hacía barquitos, figuras de plastilina, para escapar del estress. Hoy en día me conozco un poco gracias a los libros. Como adquirí un bagaje cultural decidí que me gustaban la narrativa y la poesía. Por la cantidad de lectores que tiene mi blog, de todos los países, creo que no lo hago tan mal. Me encanta la filosofía, psicología, sociología, metafísica, astrología. Leo de todo pero únicamente temas que me agradan. Tópicos que no me gustan no los toco. Escribo de lo que me encanta y más conozco. Mi intención es aportarlo algo al lector.
Un gusto saludarte.
Luis Fausto
¿Leíste Niebla de Unamuno? Te gustaría.
Avedon
¡A la saca de pendientes!