Lo peor que he hecho por dinero

Dicen que los escritores siempre las han pasado putas para comer de sus letras, lo que no se suele decir es la cantidad de cosas que hicieron para subsistir a la vez que escribían. Ahora sale por enésima vez la historia de Cervantes, que a pesar de que ya en sus días «El Quijote» fue un best-seller, vivió y murió pensando que unas perrillas más le hubieran venido de perlas. Si Cervantes ya estaba jodido hace 500 años ¿qué creéis que pasa ahora que copiar un libro es darle a una tecla y donde cualquier puede escribir su novela y subirla a Amazon. Yo mismo he hecho eso, así que… ¿de qué vive un escritor hoy día? Pues yo diría, sin haber hecho ningun análisis previo, que de todo menos de escribir.

Uno de mis escritores fetiche, Francisco Umbral, escribió más de cien obras y una columna de opinión de forma diaria, durante casi treinta años. Y aunque no le fue nada mal, no paraba de escribir, asi que la mayoria de nosotros, que no somos capaces de escribir tanto ni tenemos tanto talento ¿de qué vivimos?

Yo tengo excusa, porque mi otro yo diurno trabaja en la industria del software. Ya sabéis, eso que llena tantas portadas. Que si Silicon Valley, que si startups, emprendedores y todas esas mierdas. No voy a hablar de mi otro yo, si no de lo que hice antes de llegar hasta aquí, ya que ahora no escribo para ganar dinero, escribo por que me gusta, aunque pierda dinero.

La primera vez que gané dinero por mis propios medios, sin subvenciones familiares, yo tenía once años y veraneaba en Alfaro, una pequeña ciudad de La Rioja (en España). En aquella época ya era un adicto a los videojuegos, solo que en aquellos tiempos, los que molaban estaban en los salones recreativos. Cada partida costaba 25 pesetas -si, soy así de viejo- y mi madre no me costeaba mis vicios. Eso es algo que agradeceré siempre a mi madre: ser pobre y gestionar bien su dinero.

Durante toda una mañana estuve recogiendo caracoles en el campo, desde las nueve de la mañana hasta las dos de la tarde. Era agosto, imaginad el calor. Solo para ir al campo donde recogíamos los pequeños bichos, había media hora de camino polvoriento. A la vuelta, cargados con varios kilos en cada saco, yo pensaba la cantidad de horas que iba a pasarme en los recreativos. Después de pesar los sacos, quitar los que no le gustaron al tipo que los compraban y mirarme fíjamente a los ojos, me dio una moneda de 100 pesetas. Cuatro cochinas partidas.

Desde entonces, aprendí que saber negociar es mucho mas importante que saber trabajar.

De hecho, y esta historia la suelo contar cuando hablo de emprender, mi segunda oportunidad profesional, surgió a los 13 años, ya como empresario. Adicto a los videojuegos y los ordenadores desde los ocho años, pero adicto pobre. Creo que nunca pude comprar un juego original de Spectrum, los pirateaba todos. Tanto es así que la primera vez que usé un soldador fue para hacerme un cable para piratearlos mejor. Se los pirateaba a los amigos y algunos, no me quedaba más remedios que comprarlos -piratas- en el rastro de Madrid, así que pensé que con todo el material que tenía poder hacer algo grande: compré un pack de 25 cintas vírgenes TDK y durante todas las tardes después del cole, copiaba mis mejores juegos. Hice las carátulas a mano, recortando folios y decorándolos a mano con rotulador, como uno de mis idolatrados piratas madrileños que tenia ya «marca» propia (elite), precursor de lo que llaman ahora marketing de guerrilla. El domingo metí todas las cintas en una caja de galletas y le dije a mi madre que me iba a casa de un amigo. Menos mal que mi madre sabía que no tenía muchos amigos, asi que ese amigo «genérico» no coló y mi primera actividad profesional por cuenta ajena se vió frustrada por la autoridad.

Mi primer trabajo serio, es decir, que durara más de una tarde, resultó ser como traductor para una editorial, a través de la madre de un amigo, que a su vez lo hacía para un conocido, que a su vez lo hacia para una empresa, que a su vez lo hacía para la editorial. Me fué bien durante semanas, sólo había que traducir unas fichas de animales del inglés al español. Yo ya entonces escribía mis cositas, y tenía la imaginación necesaria para que las traducciones tuvieran su miguita. Se me acabó el chollo cuando estiré la cuerda y subcontraté parte de mi trabajo a alguien que no tenía el talento necesario. Supongo que ahí aprendí otra lección.

Con dieciséis años me programé desde cero un sistema de gestión para gimnasios, en esa época todavía era un romántico que pensaba que las interfaces gráficas no tenían futuro, lo mío eran las ventanas ASCII y moverse con los cursores. Miles de líneas de código de TurboPascal pagadas con gimnasio gratis. Confieso que seguía con ello porque la recepcionista y profesora de aerobic era un encanto y me gustaba cotillearle el diario que escribía en el mismo ordenador que usaba mi programa.

Mi siguiente trabajo fue como astrólogo. Si estuviste en el SIMO en el año 94 ese chico con cara de mago que hacía cartas astrales era yo. Si eres la chica de León peliroja que me dió su teléfono, que sepas que lo perdí y desde entonces he seguido pensando en tí, maldita sea mi suerte y mis bolsillos con agujeros. fuiste mi primer gran amor que no fue.

Trabajé un tiempo como profesor particular y arreglando ordenadores. Siempre me ha parecido turbio entrar en casas ajenas. Lo dejé cuando una chica se empeñó en que fuera a su casa a mirarle el PC. Me sacaba solo un año y pico, era morena, de pelo largo y rizado. Recuerdo que su ordenador estaba pegado a la cama, y no había nadie en casa. Me lo dijo un par de veces. No pillé la indirecta. Eso me ha pasado más veces, tengo un problema con los ordenadores, cuando hay uno cerca, el resto de mis sentidos se anulan, luego me doy cuenta, y lo unico que puedo hacer ya es escribir sobre ello. Por esto se me ocurren tantas historias.

Es curioso que uno de mis primeros trabajos fuera como escritor. Me contrataron para escribir un manual de rol que iba a ser parte de la promoción de una película de animación (El mercenario). Pero mi jefe ni siquiera se lo leyó una vez. Me curré un sistema de magia muy molón y un sistema de lucha de artes marciales, incluyendo una campaña de ejemplo. Más de doscientas páginas. Nadie lo leyó nunca, excepto un compañero de trabajo que lo hojeó y dijo que tenía faltas de ortografía y se leía muy mal. Terminé haciendo la página web de la productora y algunas más, pero eso es una historia mucho más aburrida. Lo cierto es que aquel fue el trabajo de escritor mejor pagado que he tenido nunca, pero el texto que he escrito con menos lectores y peor crítica.

En mi primer curro serio, es decir, con contrato, mi compañera de trabajo, una chilena muy moderna, me enseñó que en un trabajo existen muchos trabajos:  unos por los que te pagan cada mes y otros que haces por tu cuenta. La recuerdo porque hacía flyers para discotecas de ambiente, y le encantaba posarme sus voluminosos pechos en la mano del ratón como quien no quiere la cosa, mirándome a la cara a ver que hacía. También me enseñó photoshop y a ligotear con las chicas de recepción. Pillé a uno de los jefes entrar con su secretaria a las tres de la mañana en la oficina. Era preciosa y los cotilleos frenéticos. En aquella empresa todo el mundo se liaba con las empleadas, sobre todo los jefes.

Ahi acabó la diversión. Cuando terminé la carrera la informática me volví muy gilipollas y me tomé todo muy en serio. Durante casi siete años gané dinero en la industria de la seguridad informática. Visto desde la perspectiva que da la distancia, mis primeros trabajos eran mucho mas honrados que esos siete años donde mi única ambición era ganar dinero y más dinero. Conocí muchos seres humanos que ya no tenían remedio, pero sobre todo, aprendí a odiar la profesión. Si habéis leido «Ampliación del campo de batalla» de Houellebecq, esa era exactamente mi vida. Todas mis anécdotas de esa época son grises, y algunos de mis relatos más desquiciantes son de ese periodo de mi vida. Eso es lo peor que he hecho nunca por dinero, pervertir siete años de mi vida para siempre y convertirme en alguien detestable y cínico.

Cuando decidí dejarlo hubo una época divertida hasta que maduré lo suficiente como empresario. Recuerdo que durante una semana me hice pasar por un desconocido: un jefe de proyecto de Telefónica. Sólo le conocían por teléfono y nadie le había visto en persona. Con traje y maletín podía ser quien hiciera falta, asi que nadie se dió cuenta en la semana que estuve yendo todos los días a las reuniones y a esa gris oficina de nueve a seis. La gente me miraba con respeto y temor. Me pagaron bien.

Después de semejante experiencia me dió por probar el teatro, y estuve casi cinco años. También he hecho cosas curiosas como casting para anuncios, organizar eventos y fiestas, he sido árbitro de boxeo, he trabajado de fotógrafo de bodas y he escrito artículos para periódicos generalistas y medios especializados.

Mi gran problema es que gusta hacer muchas cosas, y cuando lo hago, es por curiosidad, no por dinero. Lo que aprendí es que todo lo que haces por dinero, al final se cobra un precio: un pedacito de tí, asi que las cosas que más te gustan, es mejor hacerlas por que quieras hacerlas y a tu manera, no por dinero.

De hecho, ahora que lo pienso, las cosas más interesantes -y peligrosas- que he hecho en mi vida, nunca las he hecho por dinero, sólo por la satisfacción de hacerlas, pero de eso ya hablaré otro dia ;)

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Comments

  • 7 años agoReply

    Uno tiene que hacer lo que a uno le apasiona. Punto. Usted lo ha hecho, ensayo y error ¿hay otro camino? El poderoso caballero, señor Don Dinero, lo ha guiado en su camino, porque es un personaje que no se puede ignorar, ni mucho menos criticar, pero su otro yo sabe que la senda está allí, que hay algo que llena espiritualmente. Que uno tiene que hacer lo que uno le apasiona, allí teneis la pescadilla que se muerde la cola.

    Y que no todo en la vida es dinero, la cosa es que uno al llegar a viejo es que se da cuenta de eso. Ah, y que el señor Don Dinero está allí, rezagado a vuestra diestra (o siniestra) resoplando con un cigarrillo en la mano, mentolado por más señas, solo esperando dar la siguiente orden que debe ser cumplida.

    Ánimo, otro mundo es posible y como dijo alguna vez Eduardo Galeano: «las utopías sirven para eso, para caminar»:
    https://www.youtube.com/watch?v=GaRpIBj5xho

    • 7 años agoReply

      El señor don dinero, fumando un mentolado sin prisas. Jajajaja, que imageen. Me lo imagino con sombrero y una bufanda roja, con algo de tos, bajito y hasta simpático. La mayoría de las veces no nos damos cuenta de que lo que funciona, siempre es porque es más fácil. La tentación no es una rubia despampanante, es una chica simpática que pasaba por ahí y nos sonrió por error.

      Seguiré caminando sin mirar atrás, gracias por el comentario :)

  • 7 años agoReply

    Aventuras y desventuras de Nicholas Avendon…

    Cuando te toca una mente inquieta, cargada de curiosidad y con la dosis necesaria de talento, toda la vida transcurre de forma bastante animada, fracasos incluidos. Lo cierto es que no tienes opción.

    Recuerdo un cable casero parecido al tuyo ;)

    • 7 años agoReply

      Gracias Jose Maria por comentar. Lo del cable fue una señal, toda mi vida usando el hardware como medio para algo mucho mas etéreo :)

  • Ingo

    7 años agoReply

    Estas anécdotas me causan casi la misma impresión que cuando pude leer error humano de Palahniuk (si lo se Chuck es mas impresentable, pero molas igual) saber de tus vivencias nos nutre al releer tu literatura. Me ha encantado y espero que nos rcuentes mas visitas como esos trabajos para el CNI o las empresas de armamentística. Lo se soy un cotilla jajajaj.

    Abrazo

    • 7 años agoReply

      Asi me gusta, que me des pie a contar más batallitas.Pero no quiero despistarme, a este paso acabaré contando mis cuentos de ficción y fantasía en antros de reputación dudosa y llegado a ese punto, no tendré mas remedio que empezar a hablar de mi yo verdadero. Todo muy decadente.

  • 7 años agoReply

    Me he reído muchísimo con tus andanzas. Y me alegro que todas ellas hayan desembocado en el magnífico escritor de cifi que tenemos hoy. Sobre todo, porque tu sentido del humor ha sobrevivido a las «penurias» ;D

    • 7 años agoReply

      Hola Ana!, gracias por comentar. Sí, una cosa que no he perdido, de hecho yo creo que ha ido a más, es mi sentido del humor. Me alegro que te haya hecho reir el post, aunque te juro que no era la intención inicial ;)

  • 7 años agoReply

    Dije y sigo diciendo que a pesar de todas las ventajas de orientar un blog utilizando el marketing, seleccionar temas, etc., artículos como este valen más que todos los demás. Podré, sin duda, aprender mucho de ciencia ficción y fantasía leyendo tu blog, pero artículos como este son impagables, y yo agradezco que se escriban. Leí en un post de Cesar Mallorquí (no recuerdo cuál porque cuando di con su blog me leí muchísimos seguidos, hasta que no pude más) que él decía que los autores no quieren conocer a los escritores (o algo así, que lo mismo estoy derrapando). Pero yo leo esto y hace que me interese aún más todo lo demás que escribas en el blog.
    Ya me gustó el artículo de querer ser un hijo de puta, y este igual.
    Un saludo.

    • 7 años agoReply

      Hola Oscar, muchas gracias por comentar. A veces parece que hablo solo :-)))

      Hace no mucho tiempo, repensé lo que debería ser un blog de un escritor. Más que usar trucos sucios de SEO para atraer posibles lectores, o buscar la manera de «atrapar» visitas, intento que sea una ventana de expresión, para contar lo que no puedo meter en mis relatos o en mis novelas. Una especie de «pista extra» de lo que publico. En el fondo todos somos humanos y queremos saber que hay al otro lado del tipo ese que escribe, y entender algunas cosillas de su mundo. A mi me sirve para dar via libre, jugar, experimentar y sacar mi yo escritor, y a los que lo leéis creo que os sirve para asomaros a mi mundo. Todos salimos ganando :)

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