Corregir, esa labor ingrata

(Entrada actualizada en agosto de 2024 para «Hijos de Brin», toma parte de la entrada original de cuando corregía «Un reino feliz» en 2020).

Escribir una novela tiene un trabajo que me sigue pareciendo infinito. La parte más entretenida es la que transcurre en tu cabeza incluso antes de escribir. La parte final, corregir, es la más tediosa porque se trata de atar todos los cabos sueltos, de pulir las pequeñas esquinas que quedan aquí y allá. Una labor de chinos que además hay que dejarla para el final, cuando el cadáver está ya bien frío.

En mi caso no he podido esperar a que el cadáver estuviera frío. No se había enfriado aun y tenía que añadir escenas, cortar escenas (corté mas de 20,000 palabras en la ultima revisión). Ya estoy con las revisiones finales de «Hijos de Brin» y espero publicarla a principios de otoño.

Sabéis que en mi blog no suelo hablar de las cosas propias del oficio de escribir, pero quiero que los que me seguís sepáis cómo van las cosas en mi trastienda literaria. Algunas novedades que vendrán con la salida de esta novela será la reedición de la saga completa, con portadas y sinopsis nuevas, bajo el nombre de trilogía de «Hijos de Brin».

Mi mente ya está trabajando en mi próxima novela, aún no tiene nombre, pero será una novela negra pura, sin ciencia ficción, sin distopía, pero con un personaje de los que no se olvida. Prometo mucho suspense, mucha emoción y un desenlace a la altura de mis otras novelas. Para ir matando el hambre, posiblemente saque otro libro de cuentos cortos, muchos ya publicados en mi web, y con un relato largo inédito, «Segunda piel» que no está publicado en mi blog.

¿Cómo corrijo mis textos?

la correccion es un infierno y esta es mi mesa

Esta es la mesa donde escribo más o menos la mitad de todo. Bueno, esta mesa solo tiene dos años, pero siempre he tenido una mesa como esta, sencilla y llena de libros en las esquinas. En vacaciones, que es cuando más escribo, lo hago desde la costa o desde mi escondite secreto en La Rioja, entre las pequeñas montañas de la Sierra de la Demanda. Esta mesa de Madrid se come todo el trabajo ingrato de las correcciones. Aquí me tenéis haciendo anotaciones a mano sobre un manuscrito en papel para hacer los últimos cambios antes de mandarlo al corrector.

Las primeras fases de corrección las hago a medida que voy escribiendo. Antes de empezar un capítulo nuevo siempre releo el anterior (a no ser que esté «on fire» y escriba del tirón varios capítulos, cosa que no suelo hacer). En esas primeras revisiones nunca me fijo en el estilo (ni en las comas) y procuro fijarme sobre todo en el ritmo, la coherencia de los personajes y la fluidez de la historia.

Mientras escribo llevo un registro de cada capítulo, con los personajes que aparecen, el ritmo, las tramas secundarias que toca y realizo un cronograma completo desde el inicio de la novela, de manera que haya coherencia temporal entre cada suceso. También tengo un cronograma de los hechos que han sucedido antes de la historia y que son importantes, como cuando nació tal o cualquier personaje u ocurrió algo. Es parte de la «documentación» necesaria para armar la historia.

La segunda fase de corrección viene cuando he terminado ya una parte completa de la novela. Casi siempre divido mis obras varias partes. Manías que tengo. Cuando he terminado una parte y me quedo atascado o necesito ver que cosas había contado ya, echo mano de una comprobación rápida, es decir, una lectura ligera, donde siempre toco y anoto algo. Poco a poco, a base de lecturas, va quedando la cosa un poco más pulida. Esto es como la carpintería. Escribir es algo así como cortar la madera, luego hacer la estructura, después labrar una decoración. Al terminar, sí, aguanta el peso de una persona. Tenemos una silla, pero es tan basta que nadie la querría como está.

La corrección como tal empieza cuando uno ya tiene la etiqueta de «Fin» escrita en la última página. Yo suelo esperar unos meses antes de atreverme a leérmela de nuevo, ahí ya empiezo a lijar y pulir todo lo que veo. No solo corrijo cosas, también pongo comentarios de lo que me gusta y lo que no, supongo que para darme ánimos. Hay gente que dice que elimina capítulos enteros en esta fase, yo lo he hecho antes y a veces después. También me ha ocurrido  que he tenido que tirar todo lo que tenía escrito para empezar otra vez. Dos veces me ha pasado que necesitaba reescribir la voz del narrador de todo lo que llevaba escrito, o en un caso, incluso cambiar el protagonista o la importancia de los personajes. En hijos de Brin partía del manuscrito de la novela que escribí hace 12 años, al final, el 90% de lo que tenía no valía y tuve que reescribirlo, y debería haberlo hecho con el 100% porque sin duda, esos doce años pesan mucho en el estilo.

Después de una primera corrección, empiezo a trabajar todo lo que he visto mal, hasta dar una nueva vuelta a todo, capítulo por capítulo. Sí, otra vez. A estas alturas ya no quedan giros de guion, ni sorpresas en ningún personaje, es como una morgue llena de cadáveres que vas moviendo de un lado a otro para buscar un lunar que crees que tenían, pero no estás seguro. Es muy poco emocionante. Hay escritores que dicen que esta es su parte favorita, pero bueno, lo de trabajar con cadáveres también es un oficio, como otro cualquiera. Como dice mi hija, a mí lo que me gusta es imaginar.

Después de tener un primer borrador mínimamente corregido, es cuando tiro de lectores cero. No tengo muchos y de hecho, es mejor así, porque la opinión de cada uno de ellos suele ser contradictoria. Me ha pasado más veces y me ha vuelto a pasar que dos lectores cero digan exactamente lo opuesto sobre una parte en concreto. Hay lectores cero, como es el caso de R. que tienen una maravillosa memoria y son capaces de ir casi capítulo por capítulo, diseccionando fallos y haciendo preguntas. Por supuesto todos ellos opinan, que es de lo que se trata, no se trata de encontrar comas fuera de lugar, sino de algo mucho más difícil, ayudarme a pulir lo que ya está escrito. Claro que cada uno tiene sus gustos, a M. por ejemplo, mi lectora cero más antigua no le gustan mis metáforas elaboradas y odia cuando me pongo intenso. Qué se le va a hacer, pero respeto mucho su opinión en otros aspectos. J. por ejemplo, pasa de estilos, va al grano y puede hacer reflexiones de algunos personajes al que otros lectores ni se aproximan porque no les llama la atención. K. solo piensa en romances y me recuerda que los personajes que aman tienen que demostrarlo con palabras… y con hechos. En resumen, de todos saco una bonita “lista de tareas” y me pongo manos a la obra en la última corrección, donde voy, como si fuera con un andamio, dando los últimos retoques y desmontando el andamio.

La fase final ya depende de los correctores externos Cuando llegamos ahí, ya poco queda por hacer por mi parte, porque hay fallos que necesitan de ojos ajenos para ser cazados y eliminados.

En resumen, es un camino largo, porque escribir una novela no es solo darle a la tecla. Tiene una labor detrás que no se ve y que es la que en muchos casos marca la diferencia entre algo entretenido y algo especial. Ten paciencia, porque llegará el momento en que puedas leer lo que escrito para ti, y quiero que esté lo más perfecto posible. Aun asi encontrarás fallos y si me los dices, no me enfadaré, al contrario, te estaré muy agradecido (para poder corregirlos).

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Comments

  • José de Cádiz

    4 años agoReply

    Your Comment Interesante tu experiencia. Creo que corregir es la parte más tediosa y necesaria. Yo tengo la manía de corregir cada capítulo. Voy lento ´pero un poco más seguro. Me aterra pensar que todos necesitamos un corrector de estilo. Me gustaría pertenecer a un grupo de escritores donde nos corrigiéramos y apoyáramos. Que
    mejor para detectar fallas que otros autores. No lo he encontrado pero espero en Dios esa ayuda..
    Me encantó tu texto.
    Saludos y buena suerte.
    José de Cádiz

    • 4 años agoReply

      Cada uno escribe como puede. No he visto dos escritores con el mismo método. Yo con el tiempo he encontrado escritores cuya crítica es útil, aunque curiosamente nuestros criterios literarios son muy diferentes. Es difícil encontrarlos y sospecho que el ego tiene mucho que ver. Suerte!

  • Raylex

    4 años agoReply

    Well, no lo he leído, ni oído todo, pero desde ya ¡Gracias!
    Siempre es interesante acercarse a la cocina, al taller, al laboratorio del Alquimista y ver cómo se produce la magia.

  • Valerie

    4 años agoReply

    Esperamos noticias nuevas con impaciencia desde hace tiempo…

    • 4 años agoReply

      Revisión cerrada y en fase de mover manuscrito. Ya estoy centrado en la última parte de Brin. Estas navidades serán literariamente hablando, intensas, si me dejan. No desistas, yo no lo haré ;)

  • Jimmy Olano

    4 años agoReply

    Una muy bonita analogía:

    «Esto es como la carpintería. Escribir es algo así como cortar la madera, luego hacer la estructura, después labrar una decoración. Al terminar, sí, aguanta el peso de una persona. Tenemos una silla, pero es tan basta que nadie la querría como está.»

    Alguna vez me tocó vivir en una «casa» de madera y tuve que ser un carpintero improvisado; acá en el trópico desdeñamos de esos buenos materiales aislantes por ser débiles ante los elementos: preferimos el duro concreto y la fría piedra ya que nuestro clima es más o menos estable a lo largo del año. La escritura poética se me da difícil pero ahora que leo esto pienso que puedo conseguir algún consuelo en la carpintería, pero esta vez tomarla como un bonito -y muy útil- pasatiempo.

    Lo importante es ser feliz.

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