Buenas personas

Conozco alguna, aunque no abundan. Auténticas buenas personas, inteligentes, sensibles y cultas. A no ser que las conozcas desde hace mucho tiempo, no dirías que lo son, porque las buenas personas de verdad no lo parecen a primera vista. De hecho, quizás por eso sea tan fácil caer en el engaño de las malas personas. No voy a hablar de ellas, las buenas personas de verdad, por que sé poco sobre ellas y sobra decirlo, yo no me considero una buena persona. Así que hablaré de esos individuos que conocemos como buenas personas.

Lo mismo que la falsa humildad, la falsa beautitud no es más que un canto de sirena. No es solo un lavado de cara  o postureo, es algo mucho más profundo y equivocado. Mucho más dañino. Mucha gente cree que es buena persona, pero no se conoce a sí misma y lo que siente es otra cosa, como el que vende salud a base de agua de sabores o dietas basadas en seres sin padre y madre. Una cosa es la bondad mal entendida y otra querer ayudar a los demás de verdad.

A un mendigo no le ayudarás con un billete de diez euros, tampoco con una manta y una hora de compañía. He visto chicas bonitas, rubias y jóvenes que parecían ángeles, acompañar a mendigos en su soledad. Durante unas horas abrían sus corazones para abrigarles con cariño, y de sus labios sonrosados brotaban palabras dulces. Recuerdo vívidamente una estampa que parecía de Velázquez, una chica cuya boca perlada de dientes blancos contrastaba con la dentadura mohosa de un mendigo.

Aquella chica siempre llevará en su corazón aquel momento de bondad infinita. Creerá que actuó como una buena persona. Nunca sabrá que para aquel hombre sumido en la depresión de una vida de mierda, el toque de un ángel era la confirmación final de que él era tan diferente que no tenía cabida en el mundo que ella le mostraba. No sé si tuvo valor para seguir viviendo después de aquello y si lo hizo, seguro que tendrá mucho más cuidado con los ángeles a partir de aquella experiencia. Probablemente siga dándole a la botella, para olvidar aquella chica y su manera de hablarle. Solo supimos de él una vez, y aquella llamada parecía la que hace alguien al borde de un puente, mientras mira hacia abajo.

En esta vida hay gente que tiene un don: puede ser una mente prodigiosa, belleza, empatía, carisma, o quizás saber hacer dinero, entender a las personas o el idioma secreto de los colores. Con el tiempo, lo descubrimos y si tenemos suerte, lo aprovechamos. Hay gente que no puede o no sabe disfrutar de sus dones y se obsesiona con los de los demás, aunque eso es otra historia de la que también he hablado en mi blog. Es duro cuando deseas algo que no tienes y sabes que jamás podrás tenerlo. Más lo es cuando crees que lo has superado y viene alguien a restregártelo, con sonrisa de ángel y una bondad caliente y dulce.

Mirad a los ojos a un paralítico cerebral, uno que sepa lo que está pasando y poneros en su lugar. ¿Donde queda la bondad cuando alguien os mira desde el fondo de un pozo negro, sin siquiera poder gritar?

Ese tipo de personas buenas pisan las cabezas de los que estamos intentando salir del agua, cada uno en su charco particular. He visto innumerables ocasiones como la bondad hacía más daño que la maldad, por que a fin de cuentas, una vez que sabes quien es el enemigo puedes luchar contra él. No puedes pelear contra alguien que cree que está a tu lado, intentando ayudarte. Es duro ver como esa persona que se supone que te quiere, te hace daño y te impide levantarte. Contra algo así, es más difícil resistirse que con un agresor extraño que sabe lo que está haciendo, porque se lo puedes devolver. Devolver el daño ayuda contra el mal, no os dejéis engañar con cuentos de hadas.

En mi familia hay de todo, personas malvadas, mediocres y algunas, llenas de heridas. También hay alguna excepción, seres verdaderamente buenos y por supuesto, los que llamo aquí buenas personas. Personas que acaban haciendo daño a las personas que quieren. Recuerdo que durante mucho tiempo, una de ellas me dio algo que no tenía entonces. Viví años pensando que gracias a él había tenido la suerte de poder vivir unas horas como un niño normal. He tardado décadas en descubrir de él era quien me hacía consciente de mis miserias. Supongo que me hacía feliz por unas horas, pero lograba hacerme más infeliz el resto del tiempo. Siguen siendo buenos recuerdos, y sé que es una persona maravillosa, llena de bondad e inocencia. Pero para ser verdaderamente bueno, hay que pensar en los demás, no en nuestros principios.

Trascender el egoísmo innato en el ser humano implica dejar de lado lo que nosotros creemos que significa ser buena persona y pensar en lo que necesitan los demás. Para eso hace falta ser inteligente, sensible, empático, imaginativo y muy resiliente. Son demasiadas habilidades y difíciles de encontrar todas juntas como para malgastarlas siendo buena persona, sobre todo porque la mayoría de la gente no quiere que le ayuden, está cansada de ángeles que dan besos y se alejan volando con el premio de arrancar un poco de esperanza a los demás.

Hace falta ser suicida para abrazarse a un ángel hoy día, es más sensato vivir pensando que ayudamos a los demás y que somos partes de un todo y toda esa mierda que nos alivia de culpa, para no ver nuestro propio egoísmo. Elegimos cuidadosamente nuestros pecados a purgar, como si fueran uñas amarillas que nos crecen en los dedos de los pies. Nos hacemos la manicura en change.org y vemos esas uñas caer por la taza del váter en silencio.

La próxima vez que creas que estás siendo buena persona, piensa si aquello que estás haciendo lo haces por ti o por el individuo que tienes en frente.

Los que hemos tenido la suerte de conocer a auténticos seres de luz, sabemos que no ofrecen tiritas, te ayudan a no caerte nunca más y en el proceso ni siquiera tiene porqué parecer que te están ayudando. No se quedan para la foto. No se llevan tu esperanza, te dejan parte de la suya en el bolsillo sin que tu lo sepas. No hay mayor acto de amor que regalarlo para que lo disfruten otros sin esperar nada a cambio, sin sacar nada, quedándote vacío.

Puede que haya más seres de luz a nuestro alrededor de lo que creemos, puede que todos nosotros podamos llegar algún día a serlo, pero no va a ser fácil. No hay ángeles, solo personas.

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Comments

  • Nery Mont

    6 años agoReply

    Nuestro carácter humano (El carácter​​ de una persona es la manera en la que una persona reacciona habitualmente frente a una situación. Es también la forma de expresar esta manera de reaccionar, señalando que la persona posee tal o cual perfil, característica o inclinación.) ya lo trae en si mismo desde niños, bueno-mixto o malo y esa actitud es la que predomina en su desarrollo humano, el bueno se compadece de el que sufre Ej. religiosos y el Malo se complace de causar daño. Y el Neutro (ambivalente) vive y actúa con incertidumbre.

    • 6 años agoReply

      ¿Dices que es genético?, humm, no sé, suena muy determinista, casi bíblico, pero reconozco que soy de los que piensan que en los genes hay mucho más de lo que nos gustaría que hubiera… Gracias por comentar.

  • alex

    6 años agoReply

    es mas sensato ser egoista, practicar elegoismo (que no lo veo como 100% malo) ya que hasta los que dicen ser altrista solo son egoistas, lo hacen porel simple bienestar de sus emociones y pensamientos, siempre he pensado que el egoismo es parte de nosotros, no hayque negarlo pero hay que saber controlarlo, por quecomo todo en exceso es malo, que yo quiera que otra persona surja para mi eso es egoismo por que me siento bien al ver que ella consigue lo que quiere

    • 6 años agoReply

      Si comparto esa visión sobre el altruismo, que muchas veces es un egoísmo disfrazado. Todos nacemos egoístas. No hay más que ver como es un niño pequeño que antes de descubrir al grupo solo piensa en sí mismo y hay que educarle, socializarle, para que anteponga sus deseos por encima de todo a fuerza de paciencia, constancia y cariño.
      Un egoísta inteligente no es lo mismo que una buena persona, pero aceptamos pulpo como animal de compañía. Gracias por comentar.

  • Jimmy Olano

    6 años agoReply

    Personas buenas. Sí, claro que he conocido personas buenas. Recientemente falleció una buena persona que conocía, excelente ser humano, diplomático en extremo pero lamentablemente muy mal jefe para con sus empleados quienes más bien se aprovecharon de él (yo nunca pude entender eso porque, en realidad, debe ser que yo tampoco soy una buena persona, ergo).

    El problema con las buenas personas es cuando se van, y en este caso cuando se van definitivamente de este universo que conocemos. Que descanse en paz Horacio, largas horas de conversación sobre política, religión y comportamiento humano; muchas, muchísimas más horas de trabajo y su mano de seda para aplicar las normas. Adiós Horacio.

    Gracias sr. Avedon por permitirme esta catarsis.

    • 6 años agoReply

      Gracias a tí J. por pasarte y comentar.

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