Ya no te quiero

Seguro que no te acuerdas de cómo nos conocimos. Como en los grandes amores, al principio te ignoré. Me parecías tan superficial. Tan egoísta y estúpida que me parecía increíble que fueras tan popular. Te veía coquetear con todos mis amigos, sin miramientos. Te daba igual quién fuera el que se te acercara. Tú y tus vestidos de colores, con ese aroma dulzón tuyo. Ni caso te hice.  Sí, fue cuando cumplí dieciocho. Fue en un parque y hacía frío. Solo sé que no eras tan dulce como pensaba. La primera vez suele ser así, inesperada. Fría y a la vez caliente. Cómo tirarse por una montaña rusa sin raíles. A la mañana siguiente despiertas y te encuentras entre los trozos del vagón roto. Vivo, pero lleno de heridas y confusiones. 

Han sido muchas caídas, hay muchos trozos que nunca podré encontrar. Eso es lo que más lamento de haberte conocido. Todos los trozos perdidos de mi vida. Podría decirse que estaba contigo por el vértigo, pero la velocidad era mía. Tú solo ponías el peligro, o eso creía, porque tú eras el peligro. Tonto de mí, iba agarrado a ti en la moto, sin casco, con una bufanda roja ondeando mientras adelantabas coches a toda velocidad. Las risas eran sinceras. También lo era la adrenalina, el sexo y el calor. Todo era sincero, eso es lo que más me duele, que yo era un azucarillo blanco y tú solo querías disolverme en tu negrura con hielo.

Estaba contigo aquella vez, cuando mi amigo, el guapo, besaba a la chica pelirroja. ¿O era rubia? No lo sé, como tantas cosas que me has robado. Recuerdo que tú estabas conmigo y les mirabas celosa. Pero aquella chica era mía y tú me la robaste también. Como tantas mañanas, como tantos detalles. Sé bien que gracias a ti veo el mundo de otra manera. Quien ha estado allí vuelve con paisajes sombríos donde el tiempo fluye a borbotones, a veces se para y a veces salta escenas. Esos paisajes del otro lado son lo único que me llevo de nuestra relación. No sé si merecieron la pena, sospecho que no, pero al menos tengo eso y lo usaré contra ti, para recordarte que no me tienes que susurrar más al oído. Ya conozco tus montañas y tus bosques sombríos donde no hay hadas ni conejos. Solo tipos como yo buscando algo de magia en un lugar donde solo hay almas perdidas.

Sí, gracias a ti viví al otro lado. Pasé demasiado tiempo allí, tanto que ahora, el otro lado es el opuesto al que debía de ser. Ahora que he vuelto, sé que es un espejo, pero un espejo sombrío, donde todo lo que encuentro es pequeño y se ahoga poco a poco buscando bolsillos dentro de bolsillos. No gracias. No te quiero y no te olvido.

Sé que no servirá de nada pedirte que me dejes, que te dejes ir, a ti te da igual. Solo soy otro más. Sé que, a pesar de tus susurros constantes no me recuerdas. Te da igual todo lo que vivimos, solo quieres más, como siempre, uno más. Puede seguir susurrando, no te olvidaré jamás. Por eso mismo, para que cuando me beses en el cuello sienta frío, para que cuando huela tu perfume, sienta la soledad del otro lado. Todo eso que me robaste y que nunca me devolverás.

Sabes tan bien como yo que estamos unidos hasta la muerte, y que tarde o temprano volveré a tu calor. Aunque solo sea un desliz. Te da igual que me arrepienta de antemano, te da igual quién sufra las consecuencias. Quien te ha amado no puede dejar de odiarte. Déjame que te odie, no me queda otra.

1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (1 votos, promedio: 4,00 de 5)
Cargando...

No Comments

Leave a Reply

 

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

Featured