Duermo con alguien que no conozco. Tiene el mismo rostro de aquel chico del que me enamoré a los dieciséis años. Su misma voz, sus mismos ojos de pillo. Después de veinte años juntos pensé que lo sabíamos todo el uno del otro. Hasta llegué a pensar que era aburrido conocerse a ese nivel, que se había perdido la chispa. Tanto esfuerzo para mantener viva la llama y solo era un paripé para él. Todos esos vídeos que hacíamos contando nuestra vida íntima, sobre mantener el amor. Los detalles en el desayuno, las cartitas con mensajitos, la gotita de colonia cada mañana. Los besitos, los abrazos. Una mierda. Todo mentira.
Preferiría no saberlo. Vivir en la ignorancia, levantarme por las mañanas, con su beso de buenos días y aceptar su café. Ese pequeño ritual nuestro, que iniciamos hace tanto tiempo que ya ni recuerdo, puede que desde que nos fuimos a vivir a Vallecas, nuestra primera casa. Allí empecé con el canal, hablando de lo bonito que era colocar la ropa interior en su cajón cada día. Planchaba sus camisas y doblaba sus camisetas. Me sabía de memoria los agujeros de sus calcetines de rayas y el olor de su ropa sucia. Sus cicatrices, sus gemidos al hacer el amor… ¿Cuándo ocurrió? No lo sé.
Mis sobrinos… seis y cuatro años. Como mínimo hace seis años y nueve meses ya estaban juntos. Pensé que les querría como mis propios hijos, esos que él no quería tener. ¡Qué felices fuimos los cuatro cuando nacieron! Miro la foto de mi cuñado y yo sujetando a los niños con cara de panolis, como una familia perfecta. Vaya par de gilipollas. Él se enteró hace seis meses y durante ese tiempo yo he sido la única idiota del grupo. Él se reía a su manera, poniéndole los cuernos a mi hermana y dejándole pistas a ver qué hacía. Se descojonaba de nosotros en nuestras charlas de sobremesa sobre matrimonios y cuernos, preparando las próximas sesiones de nuestro canal de YouTube: “Consejos para parejas en crisis”, “cómo afrontar la infidelidad”, “señales en la ropa interior que delatan”, “¿tu marido viene duchado a casa?”, “falta de deseo en la relación”, “¿no hacéis cosas juntos ya?”. Soy el puto hazmerreír de la familia, hasta los niños deben saber que soy la única subnormal que no sabe que mi marido se folla a mi hermana y que mi cuñado tiene un cuerno por cada hijo que no es suyo.
Desde hace seis meses la audiencia del canal ha subido muchísimo. Normal, estos últimos vídeos han sido de lo más candente. Actuales y muy cercanos. Mi hermana y “Los calzoncillos con cosa blanca seca”. ¡Qué hija de la gran puta! Claro, que se la han devuelto: “Cómo limpiar bien un coche después de ser infiel”, qué gran contribución de mi cuñado. No sé quién es más hijo de puta de los dos.
Podríamos irnos fuera de España, como hemos hablado tantas veces, lejos de mi hermana. Lejos de sus hijos. Lejos de todos. Pero ¿para qué? Se buscará otra, una chinita de esas que le ponen cachondo y yo seguiré haciendo el gilipollas delante de la cámara mientras él asiente y yo hago el típico vídeo de pedorra que hace postres y elige ignorar la realidad. Y no, no me pienso poner ropa sexy delante de la cámara solo para darle celos. Para eso me voy a OnlyFans, que sí, lo he pensado la verdad.
Pues nada, parece que me gradué con honores en la escuela de cornudas. Nos vemos en el próximo video, donde os contaré cómo sobrevivo a esto sin acabar en la cárcel…
Dale like y suscríbete… que al menos alguien sea fiel en esta historia.
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