Tengo miedo, de que todo acabe. De levantarme y que no haya más nada y tener que conformarme con lo que tuve y que no baste. Que cada dia que pase sea peor que el anterior, mas corto y con menos color. Días de pájaros que emigran y hojas abandonadas en las aceras, envuelto en jerseys llenos de agujeros, pelotillas y aromas del pasado.
Miedo de que todo empiece y no tener fuerzas para arrancar. Que me venga grande y me rompa, que no arranque el motor o que se quede sin gasolina nada más salir del puerto, y no tener valor para afrontar el viaje sin destino conocido y convertirme en ese viejo que mira los barcos desde el puerto y que ya no recuerda si alguna vez viajó en uno o siempre quedó en tierra, pensando que algún día zarparía.
Miedo de que no haya empezado y todo esto sea una mentira o un sueño, una excusa o una historia demasiado bien contada, de esas que me gustan, llenas de falsos personajes, falsas emociones y falsos capítulos. Todo para llegar a un falso final y poder cerrar en falso. Una ficción que como un mal cuento queda entre el principio y el fin, una sensación de algo que molesta en el aire, pero que se pasa al abrir la ventana y pensar en otra cosa.
Miedo de que no dure y que se acabe. De que no haya más y un buen día el pozo esté seco y tener que aprender a beber piedras mientras todos los días sueño en cómo era de fácil y transparente el agua que tenía y creía infinita. Que se acabe y no pueda olvidar y me despierte cada noche, el grifo no se abra nunca más y quede con sed infinita.
Miedo a que se caiga el castillo de naipes y que debajo del montoncito de cartas no quede nada. Nada en absoluto, ni mis propias cenizas, ni nadie que reclame.
Miedo de fracasar cuando ya había empezado, no llegar a terminar y dejar a todo el mundo tirado y enfrentarme a mis propias promesas y recordar cada día donde no llegué, donde me quedé y soportar los te lo dije y los pobrecito, y tener que soportar lo que venga porque no quede otra y dando gracias. Vivir el resto de mi vida aporreando puertas que cerré y comerme las sobras frías.
Miedo de no ser nunca el que pensé que era y darme cuenta el último de todos.
Miedo de que cuando me mires, eches de menos la persona que no fui.
Miedo de no ser capaz de mirarme nunca más al espejo.
Miedo de no volver a escuchar tu risa sin necesidad de entenderla.
Miedo de no sentir nada cuando acaricie tu piel bajo la ropa.
Miedo de que tus ojos y los mios dejen de frenar el mundo cuando se encuentran, sin necesidad de decirnos nada.
Miedo de dejar de sentir una cosquilla de placer sin motivo alguno cuando un mirlo trina en alguna parte.
Miedo de perder. Todo de golpe o de forma progresiva, de perder y no pelear. De perder y dejarme llevar, de que me roben, de que estafen, de aceptar la apuesta equivocada y de no usar el arma cuando debí hacerlo. De no luchar a muerte, aunque sea sabiendo que voy a perder.
Miedo de ganar y dejar atrás lo importante y olvidar quién soy.
Miedo de dejar de hacer preguntas y olvidarme de las respuestas que obtuve.
Miedo de que me olviden.
Miedo de olvidar.
Miedo a perderte.
Miedo a perderme.
Miedo a la nada.
Diego Olivera
Tengo miedo, muy bueno…en el año 2017 leí 11,4 sueños luz y me encantó, desde ese tiempo te sigo, aunque un tiempo te perdí ahora te reencuentro
Avedon
Me alegra verte de nuevo Diego!, me acuerdo de tí de tu peculiar grupo ;)
Cherokke
Intenso y muy evocador ;) un abrazo compañero!
Avedon
Gracias, ya sabes… a veces hay que tocar fondo para subir más alto.
Raylex
¡Felicidades por la valentía!
Es muy difícil comentar, porque algunos párrafos son como las pirámides y sus cámaras pintadas, o como las imágenes de Ramsés… Y todo resulta banal viendo como tus palabras avanzan por el lodo atentas al terror que las sigue detrás, acechando todo que amas.
Un abrazo compañero.
Avedon
Gracias por comentar Raylex, lo primero es reconocer los sentimientos que nos lastran, luego renunciar a la esperanza que nos ata y a partir de ahi, el renacer.