La primera vez que mentí no tuve tiempo para pensar en las consecuencias. Había que hacerlo y lo hice. Me dolió mucho y durante años estuve atormentado, lleno de culpa.
La segunda vez, sabía que tendría que hacerlo y estaba preparado. No fue demasiado difícil y los remordimientos fueron fáciles de ahogar en el ruido de la vida, como cachorros sin nombre.
La tercera fue demasiado fácil, incluso con el olor. Después de aquello, cualquier otra mentira fue coser y cantar, aunque todas, incluida la primera, se han cobrado su precio en mí.
Han pasado muchos años y miento con maestría. Siempre de una manera precisa. Soy como el asesino que mata rápido y sin errores dolorosos. Mentir bien es un arte, pero al igual que los que han matado a alguien a sangre fría una vez que lo has hecho, ya no hay vuelta atrás.
Pero ha llegado el momento de la redención. De dejar de mentir. No, no voy a deciros quien es Nicholas Avedon, ha sido él quien me ha mantenido a flote. Me ha ayudado a aferrarme a algo auténtico durante todos estos años. Él representa la verdad y es quien me ha ayudado a encontrar un camino de vuelta al país de la luz.
Había llegado un punto en el que me resultaba mas fácil la mentira que respirar y me he propuesto volver a lo difícil, a decir verdades, aunque duelan, aunque tengan un precio, aunque sean incómodas y traigan soledad e incomprensión. Sé que perderé afectos y compañías, pero qué mas da ya. Las mentiras llevan tarde o temprano a callejones sin salida. Es falso que todas las mentiras se acaban sabiendo antes o después, lo que si es cierto es que todas nos llevan, tarde o temprano al final de un camino donde ya no queda nada real, y todo es gris y templado. Nada tiene sabor y uno no puede ya ni siquiera llorar. En eso consiste la vida sin verdad, en que nada tiene valor ni significado.
Dicen que la verdad nos hace libres.
Dicen muchas cosas, me basta con que esta no sea mentira.
Quiero volar, pero las mentiras pesan demasiado. Quiero soñar y temo que tanta mentira atraiga las pesadillas, como pirañas. Es hora de dejar atrás todo el equipaje y volar desnudo.
Lorena S.
Desde luego las peores mentiras son las que nos hacemos nosotros mismos. Su precio es la vida.
Avedon
Dicen que de todo se aprende. Y es verdad. Espero poder hacerlo yo también.
Jose A. Sánchez
En realidad, vivimos en un mundo de mentira. Ir con la verdad por delante no solo es difícil, es arriesgado y tenemos el riesgo de quedarnos solos. A veces mentimos por comodidad, otras por no hacer daño, pero como bien dices, los más heridos somos siempre nosotros y el final nos explotará en la cara.
Quién sabe si en realidad este mundo es una mentira y simple fantasía en la mente de un perturbado. ;)
No necesito saber quién está detrás de Nicholas Avedon, me complace, simplemente, saber que no dejarás de escribir y transformar en belleza tus emociones, para nuestro deleite.
Un abrazo.
Avedon
Gracias JASC por seguir ahí, un fuerte abrazo :-)