A nadie le importa una mierda la poesía

Quien dice la poesía, podría decir la música. O la literatura, o los dibujitos que hacen los niños. O las cartas antiguas de amor que guardan los viejos en sus cajas de cartón y que se tiran, con todo lo demás, cuando se mueren. ¿Has ayudado a limpiar la casa de un familiar fallecido? Entonces sabes de qué hablo.

Yo soy de los que siempre se han quedado embobados escuchando cómo tocan los músicos en el metro, aunque no sean muy buenos. Porque tocan. Cantan. Transmiten algo que no sé cómo describir con palabras.

Pero creo que somos muy pocos los que nos paramos solo por la música. No porque el tipo sea famoso, sea guapo o cante una canción conocida. Ni siquiera nos quedamos por la letra. Nos quedamos sin tener muy claro por qué. Lo mismo que cuando lees un poema y te clavas en el espaciotiempo.

Estoy en un apartamento barato de vacaciones en la playa. En mi habitación hay un óleo torcido de una flor roja. Está sobre lienzo, sin marco, y firmado. No puedo dejar de mirarlo, es único. Seguramente lo compró alguien para decorar este apartamento de alquiler. Sin duda se vendió al peso. Nadie con sensibilidad lo dejaría ahí torcido sin remedio. No lo echarían de menos si me lo llevara, tal vez lo haga. Pero no, creo que si me lo llevara no sería igual, prefiero el recuerdo. Es bonito, pero tiene algo más. Como la voz de un cantante desconocido que ilumina por unos segundos tu día mientras vas deprisa a alguna parte. Echo de menos el metro por esas cosas.

Que a la gente le importa una mierda la poesía, lo sabemos todos. Yo pensé que la música estaba un poco más arriba en el orden de importancia de las personas normales, pero no. Siempre recurro al mismo meme: un concertista por el que la gente paga más de 400$ por ir a verle, saca su instrumento (un violín nada más y nada menos!), y se pone a tocar de gratis en el metro de una gran ciudad. La gente, pasa de él igual que si fuera un pardillo de segundo de conservatorio. No todo el mundo, sé que no estoy solo, de vez en cuando alguien se para maravillado. Pero eran pocos, muy pocos. Ese mismo experimento se ha hecho muchas veces, con idéntico resultado. No funciona si el que toca es muy conocido porque reconocen su rostro, no lo otro.

En mi familia hay un concertista famoso. Mis hermanas estudiaron solfeo y piano en el conservatorio y mi padre, que fue tuno, tocaba la guitarra y el piano. Dicen que cantaba muy bien. Yo no pude entrar en el conservatorio, no pasé la prueba, era un niño muy tímido y me daba pavor cantar (aunque solo fuera entonar las notas del piano). Este miedo me ha durado cuarenta y muchos años. Siempre he querido cantar, pero nunca lo he reconocido. Para colmo me cuesta mucho memorizar las letras de las canciones (o cualquier cosa en general).

Ahora toco la guitarra y canto. Estuve varios años en clases particulares. He tocado en público, con amigos y cosas así. Es divertido. Nada ha cambiado en el fondo, sigo siendo el mismo tipo que se para delante de un chico que toca en el metro. La música tiene la misma esencia que la mirada de un niño. Da igual que se hagan mayores, da igual que hayan existido trillones de niños. Esa magia no se apaga. Con la música me pasa igual. Hace un par de días descubrí una nueva canción, que junta poesía y música. Y todo vuelve a empezar. Todo comienza de nuevo con una canción.

Inexistente ante el ambiente
Una mañana me desperté
Con una idea en las entrañas
Necesitaba alguien al que
Contarle cómo yo respiraba
Durante el día, en este mes

Me he puesto un traje hecho de miel
Es la hora del movimiento
Y desnudarme cuando se temple
Este invierno de acero

Déjalo ir, déjalo marchar
Tienes algo que te pesa de más
Déjalo ir
Si no te va a arrastrar

Paseo firme cada mañana
Que no se perciba mi fragilidad
Cada día el aire está más duro
Espeso en cada bocanada

Nadie saluda al otoño
Soy transparente ante los ojos
Me muevo ciego en esta luz
Que baña el año nuevo

Déjalo ir, déjalo marchar
Tienes algo que te pesa de más
Déjalo ir
Si no te va a arrastrar

Déjalo ir, déjalo marchar
Tienes algo que te pesa de más
Déjalo ir
Si no te va a arrastrar

Déjalo ir, déjalo marchar
Tienes algo que te pesa de más
Déjalo ir
Si no te va a arrastrar

(«Déjalo ir», una canción de Depedro)

Cuando aprendes una canción, la primera vez que la oyes, sientes esa energía emocional que conecta contigo, por eso eliges una canción en concreto. Luego la haces tuya y dejas de sentirlo, aunque queda un poco en algunas de las notas, en algunas de las entonaciones cuando cantas. Después de tocarla muchas veces, sientes otra cosa, porque la llenas de tus propias emociones, y la canción se convierte en tuya. Jamás pensé que haría mías canciones de Julio Iglesias (Abrázame), pero lo cierto es que resuenan en mí mucho más que el Folk yanki que me gustaba hace años. Siempre que escuches una canción por boca de un tipo mal afeitado, piensa que esa canción significa para él mucho más de lo que imaginas.

A nadie le importa una mierda la poesía. A nadie le importa una puta mierda las letras de las canciones. Me sangra el alma por los oídos cuando escucho la radio. El mundo es tan vulgar y mediocre que a veces que tengo miedo de salir ahí fuera. No exagero, he intentado subirme al carro de Instagram y estas mierdas, pero no puedo. Desisto.

Ayer toqué con unos conocidos de la hermana de mi mujer, e hice un experimento. Llegado a un punto de la canción, la fui apagando, como quien se va por la puerta de atrás sin despedirse. Y funcionó, nadie supo que existía.

Dicen que en la vida hay que molestar para significar. Pero me niego. No va conmigo. Se acabó pelear, cuelgo los guantes.

En el fondo, es maravilloso que a nadie le importe una puta mierda la poesía.

1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (2 votos, promedio: 5,00 de 5)
Cargando...

1 Comment

  • Anónimo

    1 día agoReply

    A mi siempre ..

Leave a Reply

 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Featured